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jueves, 14 de abril de 2011

Antonio Gramsci y la transformación de la educación en el proceso bolivariano.


Por: Omar Vázquez.

14 abril 2011

El proceso bolivariano en el marco de la construcción del socialismo, asume dos importantes tareas vinculadas a la educación. Primera, su reconocimiento como un derecho humano esencial, que debe garantizarse al pueblo y a la clase trabajadora; combatiendo la privatización de la actividad educativa, que la convierte en una mercancía que “venden” algunas instituciones de enseñanza privadas; democratizando el acceso a la educación, mediante la ampliación del presupuesto del Estado, incrementando las experiencias educativas estatales y de autogestión popular en espacios territoriales y sectoriales como: barrios, empresas, fabricas y fundos campesinos.

Entonces, vinculado con la primera tarea descrita, el camarada Antonio Gramsci nos plantea que:

“La escuela en Italia sigue siendo un organismo francamente burgués, en el peor sentido de la palabra. La enseñanza media y superior, que es estatal, es decir, que se paga con los impuestos generales y por tanto también con los impuestos pagados por el proletariado, no pueden ser frecuentados más que por los jóvenes hijos de la burguesía, que gozan de la independencia económica necesaria para la tranquilidad de los estudios”1.

Es así como, el camarada Antonio Gramsci se refiere a una de las principales características de la escuela y educación burguesa, su condición excluyente y anti-democrática; al promover el aprendizaje de los hijos de la burguesía, pero sin generar las condiciones para que el pueblo trabajador tengan acceso a la educación en términos formales. Al mismo tiempo, sostiene que en el marco de la dominación burguesa y de la sociedad capitalista;

“La cultura es un privilegio. La escuela es un privilegio. Y no queremos que sea así. Todos los jóvenes deberían de ser iguales ante la cultura”2.

La educación no puede ser un privilegio, en correspondencia con un proceso de emancipación. Debe constituirse en un derecho humano, en una necesidad material y espiritual esencial, conquistada en las luchas populares por el pueblo y la clase trabajadora.

De esta manera, vemos la vinculación con la denuncia de Gramsci, cuando el proceso bolivariano constituido en gobierno avanzo en el incremento del presupuesto educativo, aumentando la matricula escolar, reduciendo la deserción estudiantil, aperturando nuevas universidades e instituciones de aprendizaje, creando misiones sociales educativas como: Robinson (Combate al analfabetismo y ciclo primario), Ribas (bachillerato), Sucre (universitaria) y Vuelvan Caras o Che Guevara (vinculada a oficios prácticos); en definitiva, promoviendo la necesaria democratización y derrotando esa visión de algunos sectores elitistas, que entienden por sus intereses de clase a la educación como un privilegio.

Sin embargo, para el comunista italiano, el problema no es sólo democratizar y ampliar el acceso a la educación al pueblo y a la clase trabajadora. Es necesario también, vinculado con la segunda tarea que tiene el proceso bolivariano en materia educativa, transformar las relaciones sociales y los métodos pedagógicos empleados en las actividades de aprendizaje. Organizar espacios educativos renovados, que derroten la separación entre aprender y vivir, entre la realidad concreta y los conocimientos; al mismo tiempo, que promuevan una nueva relación entre “profesor” y “alumno”; en la cual, tanto el primero como el segundo sean sujetos activos del proceso de aprendizaje, compartiendo conocimientos y experiencias. Evitando la división social del trabajo educativo, es decir, uno enseña y otro aprende; promoviendo que todos sean aprendientes en los procesos de aprendizaje.

En este sentido, critica con dureza las experiencias educativas denominadas populares, que sólo intentan ampliar el acceso a la educación y no transforman las formas de conocer y formarse; expresando que:

“La Universidad popular es una llama fría. No es ni universidad, ni popular. Sus dirigentes son unos diletantes en cuestión de organización cultural. Lo que les mueve a obrar es un blando y pálido espíritu de beneficencia, no un deseo vivo y fecundo de contribuir a la elevación espiritual de la multitud a través de la enseñanza3”.

Entendiendo que las experiencias de aprendizaje popular, no pueden reproducir los métodos pedagógicos de la educación burguesa; que generan una brecha entre los que supuestamente poseen el conocimiento (profesores-académicos) y aquellos que van a “recibir”, como por obra de caridad la ilustración y la educación que imparten los que conocen la verdad. En ese sentido, hace hincapié en la necesidad de constituir una escuela que incentive el proceso de emancipación del pueblo trabajador; manifestando:

“Nuestra escuela está viva porque ustedes, obreros, llevan la mejor parte de ustedes, aquella que el cansancio de la oficina no puede aletargar: la voluntad de ser mejores. Toda la superioridad de su clase en este turbio y tormentoso momento, nosotros la vemos expresada en este deseo que anima a una parte cada vez más grande de ustedes, deseo de adquirir conciencia, de volverse capaces, dueños de su pensamiento y de su acción, artífices directos de la historia de su clase4”.

Comprendiendo que las experiencias de educación popular, deben estructurar procesos de aprendizaje que fortalezcan las capacidades autogestionarias del pueblo y la clase trabajadora; para constituirse en los sectores de la sociedad hegemónicos, que controlen y decidan en el plano del Estado y de la economía. Afirmando, en esa misma línea de ideas, Gramsci que:

“Para los proletarios es un deber no ser ignorantes. La civilización socialista, sin privilegios de casta y de categoría, para realizarse completamente necesita que todos los ciudadanos sepan controlar lo que sus mandatarios cada vez deciden y hacen5”.

De esta manera, relacionado con el proceso bolivariano, asumimos que los procesos educativos deben vincularse con la transformación de la educación para la pasividad y el conformismo social actualmente imperante; que sólo tiene como objetivo preparar “recursos” humanos para que después dependiendo de la cantidad de títulos académicos, nos podamos alquilar a un precio más costoso en el mercado de trabajo. Edificando experiencias de aprendizaje que permitan a los trabajadores y al pueblo organizado y con conciencia de sus intereses históricos; construir conocimientos que le garanticen las capacidades para gestionar colectivamente al Estado y a la economía planificada.

Omar Vázquez.

Militante Comunista.


1 ¿Hombres o Maquinas?. Antonio Gramsci (1916). Publicado originalmente en el Avanti!

2 Idem.

3 La Universidad Popular. Antonio Gramsci (1916). Publicado originalmente en el Avanti!

4 Crónicas del Orden Nuevo XXII. Antonio Gramsci (1920). Publicado originalmente en El Orden Nuevo.

5 Carta a Giuseppe Lombargo Radice. Antonio Gramsci (1918). Publicada originalmente en la Rinascita en el año 1964.

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