Eleazar Díaz Rangel|ÚN-. Cuando se creía que luego del acercamiento de la jerarquía de la Iglesia Católica con el alto gobierno se produciría una declaración en torno al proceso electoral, que incluiría un llamamiento a reconocer los resultados, no fue así; hubo la declaración de la Conferencia Episcopal (CEV), pero no dieron el otro paso, en una demostración de la influencia de los obispos más conservadores. De allí la importancia que tienen las recientes declaraciones del Cardenal Urosa.
Naturalmente, dijo que "sólo Dios sabrá por quién votaremos", lo que en otros términos repite la oposición: el secreto del voto está garantizado; es un mensaje dirigido a quienes, algunos empleados públicos, por ejemplo, supuestamente tienen miedo de que se sepa que han votado por Capriles R. De manera que no es nada inocente esa referencia al poder de Dios para saber cómo votamos.
En esa línea, llamó a votar, como una obligación moral para fortalecer la democracia, y demandó del CNE "garantizar la imparcialidad" e igualmente a la Fuerza Armada para que "ejecute con imparcialidad el Plan República". Todas estas demandas, peticiones o exhortaciones están en armonía con lo que ha sido política de la MUD respecto al CNE y a la FAN.
Pero entonces me preguntarán ustedes, ¿dónde está la novedad? Cuando convoca a los venezolanos a respetar la voluntad popular en los resultados, lo que se negó a hacer la CEV, y en su advertencia de que "ningún tipo de violencia es cristiana".
Entre esos venezolanos supongo que el Cardenal incluye a los dirigentes de los partidos de la MUD que tratan de desacreditar al árbitro electoral y se niegan a decir que reconocerán los resultados de las elecciones, y, por supuesto, no lo dirán en tanto muchos de ellos siguen pensando en denunciar fraude, en ofrecer sus "propios" resultados distintos a los del CNE, y eventualmente habrá comprometidos en los planes que han denunciado personeros del gobierno sobre acciones desestabilizadoras, que incluyen disturbios en las cárceles, y algo más grave, difícil e impensable: acciones contra recintos militares y aeropuertos.
Encuestas recientes revelan que el CNE es la institución pública que más respeto merece. La transparencia de los procesos electorales que ha dirigido, la modernización de sus sistemas, comenzando por el mismo acto de votar (electrónico y manual) y con la participación de los partidos opositores en unas 15 auditorías, ha trascendido las fronteras. El martes el expresidente Jimmy Carter, en el conversatorio anual del centro que dirige, reiteró algo que había dicho en Atlanta en mayo de 2010 ("el proceso venezolano es invulnerable"), ahora acaba de repetirlo: "es el mejor del mundo", mientras en EEUU "tenemos uno de los peores del mundo".
Regresando al exhorto del Cardenal, supongo que todos los católicos (incluidos los de la MUD) atenderán su llamado a votar y a "respetar la voluntad popular en los resultados electorales". ¿Por qué les cuesta tanto declarar que, tal como lo ha hecho la otra parte, y ahora se los pide el Cardenal, ellos también reconocerán los resultados, no importa cuáles sean?
Las dos ausencias
Con éxito se proyecta Tiempos de dictadura, dirigida por Carlos Otaiza, sobre el gobierno de Pérez Jiménez (noviembre de 1948-enero de 1958). Allí se muestran escenas de la época que nunca antes se vieron, después de su proyección original.
Es su más importante novedad, que permite un hilo de narración bastante coherente hasta el 23 de enero, complementadas con las voces de varios protagonistas, entre ellos, los del PCV, AD y Copei. ¿Por qué excluyeron a URD? Fue el partido de Fabricio Ojeda, presidente de la Junta Patriótica.
Para un conocedor de la época y de las relaciones EEUU-Venezuela, resulta fácil observar dos importantes omisiones. En 1952, después del fraude electoral, afirman que "se fortalece Pérez Jiménez, con el apoyo de las Fuerzas Armadas".
Es cierto, pero olvidan el respaldo de Washington, que en algún momento lo condecoró, y a las transnacionales del petróleo, que poco después recibieron nuevas concesiones. Era un sólido apoyo político y económico.
Igualmente omitieron el respaldo de la mayoría de los empresarios, fueron años de bonanza y de grandes ganancias. Sorprende que no mostraran tomas de la "cena de la fraternidad", que cada año le ofrecían a PJ los empresarios, escenas que deben estar en los mismos archivos de donde se extrajeron casi todas las que la película muestra. Sorprende también el silencio de los políticos protagonistas.
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