Por: Ricardo Mujica
La columna del candidato Capriles Radonski, publicada este domingo 17 de junio, es una muestra del uso de recursos publicitarios en su inexistente propuesta de un plan de gobierno. Es así, que Capriles en su columna “El futuro comenzó y lo construimos todos juntos”1 (en el caso que la haya escrito él) utiliza la recurrencia del sintagma“Venezuela de progreso” a modo de afianzar ésta idea como si de un mantra incuestionable se tratase, un slogan que no necesita argumentación ya que “se explica por sí sólo”. Este sintagma articulador se repite a lo largo de toda la columna, observándose diversas variantes del mismo en los primeros seis párrafos, en un burdo intento de afianzar el concepto en el imaginario colectivo. El mecanismo oculto para ésta construcción discursiva lo encontramos en dos de los principios de Goebbels: 1.- El principio de la orquestación según el cual se deben repetir un número de ideas limitado reiteradamente, y éstas deben estar fuera de todo cuestionamiento (¿quién se opone a que Venezuela progrese?). 2.- Principio de la simplificación, según el cual es necesario unir a las masas bajo una idea, un símbolo o un slogan.
En realidad así funcionan los mecanismos de identidad, en los cuales siempre existe un contexto socio-cultural que habitúa las conductas de los individuos que conforman el conglomerado de la unidad social. Sin embargo, la publicidad ha simplificado al extremo estos mecanismos identitarios, lo cual ha tenido como resultado masas maleables que se someten gustosamente a la lógica de la economía productiva masificada, de alto consumo y rápida obsolescencia. En palabras de Ludovico Silva, los mecanismos publicitarios se han convertido en uno de los principales elementos generadores de plusvalía ideológica.
Bajo estos engranajes es que funciona la lógica del discurso “Capriliano”, pretendiendo caracterizarse como apolítico, falto de contenidos para debatir en el plano del desarrollo nacional y propuestas concretas. En mi opinión, ésta es una estrategia para entrampar las críticas al discurso opositor, ya que sólo se queda en la señalización de la inexistencia de la propuesta política de la oposición, lo cual le permite a “especialistas y opinadores” caracterizar las críticas revolucionarias como “etéreas y filosóficas”, mientras que el discurso de Capriles puede ser caracterizado como “concreto”, a pesar de las evidencias en contra. Ejemplo de lo anterior lo encontramos en diversas apologías de la afasia discursiva de Radonski, en declaraciones de Leopoldo Castillo, el psicólogo Roberto De Vries, y el dirigente de VP Leopoldo López.
Por ello es que el discurso de Capriles no puede ser considerado apolítico. Por el contrario, el discurso de Capriles tiene una gran carga política, pero es una carga que viaja de polizonte en sus actos de masa y en las declaraciones del candidato: la carga política del discurso de Capriles se basa en una visión chata de la mentalidad del venezolano, la cual es preconcebida como una mentalidad que sólo busca la satisfacción inmediata de sus necesidades con el menor trabajo posible. La derecha pretende desvincular discursivamente las necesidades cotidianas del venezolano de los grandes planes nacionales, tal y como se muestra en las declaraciones de Leopoldo López, quien en rueda de prensa el domingo 17 de junio, señaló que la propuesta de Capriles es “sencilla y concreta” mientras que la del Gobierno está desvinculada “de la cotidianidad de los venezolanos”. Se evidencia entonces que ésta oposición apátrida pone en práctica uno de los mecanismos legitimadores de la burguesía: la desvinculación del individuo con su conciencia histórica y social, dejando como único elemento identitario la capacidad que tiene el individuo de consumir conceptos y productos del gran aparato industrial y cultural occidental.
Es así como se esboza un nuevo escenario en el cual se invita indirectamente al venezolano a no cuestionar la propuesta de Capriles, se invita al venezolano a “soñar con una Venezuela del Progreso”, a través de recursos retóricos como por ejemplo “la propuesta de Capriles busca que los venezolanos vayan a la escuela, se gradúen, vayan a la universidad y consigan un empleo digno y luego mueran dejando una familia consolidada”, discurso lacrimógeno que tiene como sustento argumentativo la escala del progreso social burguesa, sin considerar los mecanismos económicos e históricos que sustentan el aparato social sobre los cuales se construye el edificio social. En conclusión, el discurso capriliano (o el construido a su medida) no debería ser el centro de nuestras críticas, nuestras críticas deben apuntar a esa visión de mundo mediocre y aburguesada que sustenta dicho discurso, visión de mundo impuesta por los grandes medios privados y legitimada por todo su aparato de “opinadores y expertos”, a modo de hacer ver al candidato, como rezaba una antigua promoción de ovomaltina: “¡Parece golosina, pero tiene vitamina!”.
1http://www.globovision.com/news.php?nid=235373
No hay comentarios.:
Publicar un comentario