por: Maoly Morales
El capitalismo en crisis,
a pesar de su incuestionable dominio, supera cada vez con más
dificultad las múltiples rebeliones, insurrecciones, y protestas,
que se alzan a nivel mundial. El sistema no teme mostrarse incapaz de
satisfacer las necesidades más básicas de los millones que hoy lo
sustentan y que sin embargo son cada vez más marginados en sus
derechos. Entre esos millones comienzan a despertar unos cuantos y
preguntarse porque si la torta es tan grande, ellos tienen tan poco,
bueno y “así es la vida” les dice la televisión, la prensa, la
empresa, y hasta el Estado. “No convence” responden los
insatisfechos y empiezan a rebelarse contra todos estos agentes de la
mentira, dueños y cómplices del capital.
Así frente a diversos
detonantes, pero similares circunstancias, se levanta gran parte de
Europa escenario que otrora represento las bondades de un
capitalismo “bien ejercido”. Entre los insatisfechos resaltan
países como España con el movimiento de los indignados, y cada día
estallan protestas en países como Grecia, Francia, Portugal,
Inglaterra, y así sigue la lista y el descontento se esparce como
una plaga, Israel, la India, Chile, Mexico… El mundo está vuelto
un caos y los dueños lo saben, por eso tanta precaución, tanta
represión, tantos enemigos falsos contra los que se pretende erigir
el miedo de los más vulnerables (el terrorismo, el islamismo, los
negros, los latinos…entre otros)
En el mundo entero se
está generando de forma espontánea una firme y decidida resistencia
social, contra los principios económicos del capitalismo, los
millones que han sido bases de este sistema opresivo, hoy estremecen
su estructura, ya debilitada política, económica, social y
culturalmente. El recorte de los gastos sociales; la privatización
de escuelas y hospitales, la reforma del sistema de pensiones, la
alta tasa de desempleo, impuestos, entre otros golpean incesantemente
la vulnerable calidad de vida de los trabajadores, para quienes la
vida les es hipotecada y no tienen con qué pagarla.
Los Gobiernos ceden a las
presiones del Dios Mercado y resuelven solucionar los problemas del
capital, cargando sobre los hombros de los trabajadores el penoso
rescate financiero, el Estado de bienestar se desmorona para
complacer a los menos; los millonarios y multimillonarios siguen
cosechando ganancias a costa de la miseria de millones.
Es evidente que las
mayorías en el mundo reclaman un cambio, es inevitable el profundo
descontento social, que el peso del capitalismo ha generado en la
humanidad, pero hay que advertir que no basta la insatisfacción
manifiesta, es necesario asumir posiciones radicales frente al
problema y no ceder bajo tentaciones de reforma, analgésicos que
tarde o temprano dejan de funcionar o causan daños mayores a largo
plazo. La social democracia ha fallecido y en sus cenizas renace el
neoliberalismo en su estado más puro.
Es necesario construir un
nuevo modelo que se adapte a las condiciones en las que hoy se
desenvuelve la vida social, es necesaria la organización, la
discusión, la acción revolucionaria, la transformación real.
Para comenzar es
cardinal evitar el estancamiento que ha sucedido tantas otras veces,
hay que avanzar y para ello, las mayorías se deben a la unión de
sus demandas, al reclamo de sus derechos y a la convicción
irrenunciable de que un mundo diferente no solo es posible sino
necesario para la supervivencia humana. Es preciso agudizar las
contradicciones y evidenciar cada vez con mayor énfasis y en cada
vez en más escenarios de forma sistemática, que el capitalismo que
hoy impera a nivel mundial se construye sobre los principios de la
desigualdad, la explotación y la opresión. Nuestras voces deben
alzarse y multiplicarse ante la indiferencia y la represión. Esa es
la lucha incansable de los que hoy nos sabemos indignados,
inconformes, coléricos con la realidad hostil, plagada de oprobios y
sin futuro que nos presenta el mundo.
La Revolución mundial
está en la puerta depende de nosotros, los millones de indignados,
hacerla pasar o mirar hacia otro lado, cuál pusilánimes que
prefieren vivir arrodillados que morir de pie.
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