TeleSUR/ Cientos de jóvenes que algunas vez fueron reclutados a la fuerza por organizaciones paramilitares en Uganda, están siendo reinsertados en sus comunidades tras varios años de rehabilitación psicológica. Estos menores fueron obligados a cometer crímenes de lesa humanidad, en algunos casos contra sus propias familias.
La ex niña soldado, Afoesan Gres narró al colaborador de teleSUR en Uganda, Rodrigo Hernández, que el camino de regreso a su hogar es inolvidable, aunque ella se esfuerce en no volver a recordar las atrocidades que se vio obligada a ver y a cometer.
“Desde que fui secuestrada vi muchos asesinatos, yo participé en muchos de ellos. Matamos a mucha gente, arrasamos con muchas casas. Si tenías mala suerte no salías de allí, yo tuve algo de fortuna y pude volver a casa”, detalló.
Por su parte, el secuestrado Nyun Kero Domenico contó a las cámaras de teleSUR cómo fue secuestrado y, tras lograr escapar, recapturado y mutilado.
“Fui secuestrado pero conseguí escaparme. Me siguieron hasta mi casa y cuando me encontraron me cortaron la nariz”.
El periodista Rodrigo Hernández, asegura en su reporte que organizaciones sociales del país africano se han encargado de mejorar la salud mental de estos jóvenes. Los análisis han arrojado que los llamados niños soldados tienen graves traumas psicológicos.
La trabajadora social ugandesa, Kifalau Harriet, destacó lo sorprendente que resulta que los pobladores de estos lugares puedan aceptar de regreso a los menores, pese a que años atrás los hicieron temer por su vida.
“Lo más soprendente es la capacidad de estos pobladores para aceptar a unos chicos que hasta hace pocos años les hacían temer por su vida”, dijo.
Durante años, el Ejército de Resistencia del Señor (ERS) raptó a miles de niños, a los que obligaba en muchos casos a matar a su propia familia y a realizar todo tipo de atrocidades a sus vecinos.
El ERS es una organización armada que opera principalmente en el norte de Uganda, y combate contra el Gobierno en lo que constituye uno de los mayores conflictos armados de África.
Actualmente, esta organización paramilitar continúa sus operaciones en amplias zonas de Uganda e incluso de otros países como el Congo, en los que alteran bruscamente la vida de miles de niños.
teleSUR/nh-MM
La ex niña soldado, Afoesan Gres narró al colaborador de teleSUR en Uganda, Rodrigo Hernández, que el camino de regreso a su hogar es inolvidable, aunque ella se esfuerce en no volver a recordar las atrocidades que se vio obligada a ver y a cometer.
“Desde que fui secuestrada vi muchos asesinatos, yo participé en muchos de ellos. Matamos a mucha gente, arrasamos con muchas casas. Si tenías mala suerte no salías de allí, yo tuve algo de fortuna y pude volver a casa”, detalló.
Por su parte, el secuestrado Nyun Kero Domenico contó a las cámaras de teleSUR cómo fue secuestrado y, tras lograr escapar, recapturado y mutilado.
“Fui secuestrado pero conseguí escaparme. Me siguieron hasta mi casa y cuando me encontraron me cortaron la nariz”.
El periodista Rodrigo Hernández, asegura en su reporte que organizaciones sociales del país africano se han encargado de mejorar la salud mental de estos jóvenes. Los análisis han arrojado que los llamados niños soldados tienen graves traumas psicológicos.
La trabajadora social ugandesa, Kifalau Harriet, destacó lo sorprendente que resulta que los pobladores de estos lugares puedan aceptar de regreso a los menores, pese a que años atrás los hicieron temer por su vida.
“Lo más soprendente es la capacidad de estos pobladores para aceptar a unos chicos que hasta hace pocos años les hacían temer por su vida”, dijo.
Durante años, el Ejército de Resistencia del Señor (ERS) raptó a miles de niños, a los que obligaba en muchos casos a matar a su propia familia y a realizar todo tipo de atrocidades a sus vecinos.
El ERS es una organización armada que opera principalmente en el norte de Uganda, y combate contra el Gobierno en lo que constituye uno de los mayores conflictos armados de África.
Actualmente, esta organización paramilitar continúa sus operaciones en amplias zonas de Uganda e incluso de otros países como el Congo, en los que alteran bruscamente la vida de miles de niños.
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