Columna
“Los papeles de Francia”
El bojote de Albert Rivera
Néstor
Francia
Si
algo puede ayudar a comprender de qué va la lucha del movimiento revolucionario
venezolano, que es mucho más que el Gobierno (aunque en un momento como este,
el Gobierno es parte de él, así quieran negarlo algunos obtusos practicantes de
los atavismos, mitos y dogmas de la ultraizquierda y la izquierda tradicional,
quienes se caracterizan por no lavar ni prestar la batea) son las posiciones
que se asumen en el campo internacional. Algunos gobiernos progresistas de
nuestro continente están llenos de defectos, inconsistencias, incoherencias e
inconsecuencias, es verdad, pero son la cabeza visible, la vanguardia política
patente, real, de la lucha por la soberanía y contra las pretensiones de
dominación del imperialismo.
La situación internacional es harto
compleja, como bien se sabe. Su característica más notable es la crisis
profunda, general y estructural, del sistema dominante, el capitalismo. Esto no
significa, para nada, que su derrumbe esté a la vuelta de la esquina. Es verdad
que ha retrocedido en el terreno geopolítico, que la economía está en graves
problemas, que vive conflictos por doquier, incluyendo sus propios territorios.
Pero conserva todavía un formidable poderío militar, una supremacía cultural
que cala a los humanos hasta los huesos, y un aparato mediático fuerte,
experimentado y bien estructurado que es parte fundamental de sus aperos
bélicos.
El imperialismo es, repetimos con
Mao, un tigre de papel, tan fuerte y agresivo como vulnerable. Por eso mismo se
defiende como gato panza arriba, apelando a todos sus recursos, entre los
cuales destacan sus alianzas con factores reaccionarios de los distintos
países, que también perciben el peligro en que los coloca este mundo revuelto,
este torbellino incontrolable, estas potencias infernales que ha desencadenado
con sus conjuros, como establecieron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista.
En el contexto de esa situación
imperial se desarrolla la contraofensiva reaccionaria en el continente
americano, estimulada además por sus recientes éxitos en Argentina y Brasil. Esta
contraofensiva se concentra ahora, con inusitada fiereza, en Venezuela. Por
ello la derecha criolla arma los andamios por donde escalaría, llegado el momento,
la agresión internacional contra nuestra Patria. Por ello las muy abundantes
declaraciones de sus distintos congéneres políticos internacionales, por ello
el desproporcionado ataque mediático, por ello esas visitas indeseables, como
la de este benjamín de la rancia derecha española, el señorito Albert Rivera.
Albert Rivera es el principal
dirigente de “Ciudadanos”, el último grito de la burguesía española ante el
desprestigio creciente de sus dos partidos tradicionales, el PSOE y el PP.
También es la respuesta al ascenso de la izquierda electoral más definida de
España, el partido Podemos, quien para las próximas elecciones va en alianza
con otra fuerza progresista de allá, Izquierda Unida. Ciudadanos, al igual que
Podemos, es una fuerza política en ascenso, y junto al partido de Pablo
Iglesias conforman una dupla que ha venido latiéndole en la cueva a la derecha
clásica que ha dominado España desde la caída del franquismo. Con un discurso
supuestamente novedoso, de “modernidad”, con rasgos de la anti política, Ciudadanos
ha logrado convocar a sectores del pueblo español decepcionados del sistema
pero al mismo tiempo con una vena conservadora que los hace temer por un
eventual gobierno de izquierdas. Ciudadanos es, pues, una especie de Primero
Justicia o Voluntad Popular venezolanos, partidos derechistas, representantes
de la burguesía, nacidos desde y sobre las cenizas de las representaciones
políticas de la Cuarta República. Por supuesto, a la derecha venezolana le
conviene retratarse con este españolito casi juvenil, con porte de maniquí,
prácticamente desconocido por estos lares, mucho más que con otros que están
bastante “rayados”, como Aznar o Felipe González.
En todo caso, con este sujeto
injerencista vale aquella frase criollaza de la que gustaba mucho Chávez: por
más que se tongonee, siempre se le ve el bojote. Sus declaraciones en Venezuela
rebosaron toda la misma hipocresía y la mala leche de sus conmilitones del
patio. Rivera sentenció, como si fuera un ducho conocedor de la política
venezolana, que aunque “parece que sea la
oposición que no quiere diálogo, el que no quiere dialogar en Venezuela es el
Gobierno, que quiere expulsar incluso a los diputados que venimos a buscar
ayudas y soluciones” ¿Quién diablos expulsó a Rivera de nuestro país?
¿Acaso estas declaraciones intervencionistas y agresoras no las dio pisando el
suelo de la Patria? ¿Vino este canallesco personaje a ofrecer “ayudas y
soluciones”? ¡Yo te aviso, chirulí y a otro perro con ese hueso! De atizar la
conspiración se cansó más bien este despreciable metiche.
Comunicación en Revolución
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Si la derecha pudiera, aspiraría toda el
agua de lluvia que pudiera caer en Venezuela para que así quedáramos a oscuras
e imponer ellos su propia y mucho más terrible oscuridad. La comunicación revolucionaria
debe empeñarse en aclarar el panorama, que el pueblo sepa que el niño no es un
juego, como reza la afortunada frase, que hay que tomárselo en serio, como suma
el lema de campaña lanzado desde el MINCI y Corpoelec. Cada kilovatio que
ahorremos es una estrella más que brilla en el cielo de la Patria. Necesitamos
la moral que nos ilumina la conciencia, necesitamos luces alumbrando a
Venezuela. Necesitamos ser bolivarianos con todo.
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Los mismos que gritan por todo el mundo
que Venezuela se muere de hambre y hay una crisis humanitaria, son los que
chillan ahora porque el presidente Maduro decretó un estado de excepción y
emergencia económica para ayudar a solventar los problemas generados por el
sabotaje y la guerra económica. Sí, son los mismos que cuando eran gobierno
suspendían a cada rato las garantías constitucionales, no para proteger al
pueblo, sino para perseguirlo y aplastarlo. La derecha: genio y figura hasta la
sepultura.
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El Ejercicio Independencia II 2016 fue
una clara demostración de la fortaleza que ha desarrollado la unión
cívico-militar en nuestro país. Nosotros tuvimos la suerte de comprobar, en San
Juan de Los Morros, cómo los nuestros se preparan para la defensa integral de
la Patria. Aquellos que viven atacando a nuestra Fuerza Armada Nacional
Bolivariana tienen razón de andar tan preocupados como suelen estarlo. No la
tienen nada fácil, si piensan que pueden meterse aquí como Pedro por su casa. Soldados
y milicianos valientes es lo que nos sobra.
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¿Cree el lector que puede quedarse cruzado
de brazos esperando que los CLAP le caigan del cielo? No, señor. Los CLAP solo
pueden triunfar si se convierten en cosa del pueblo, en parto de calle, en
moneda corriente circulando por doquier. A ponerse las pilas todo el mundo,
porque el Gobierno solo no puede, por más que quiera.