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Chávez destacó las intensiones de Venezuela de tener buenas relaciones con todos los países, y recordó el encuentro con la la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en Brasilia, el primero de enero.
“Nosotros quisiéramos tener aquí un embajador de Estados Unidos, de todos los países del mundo”, expresó.
El presidente de la República relató que en el saludo a la representante del gobierno norteamericano, Clinton le dijo: “Usted me permite que maneje directamente el tema del embajador nuestro”, y el Mandatario venezolano respondió afirmativamente.
“Le dije: dígale a Obama que esta mano que le doy ahora mismo, se la repito allá”, expresó Chávez.
Días después de ese encuentro se retiró la nominación de Larry Palmer como embajador de Estados Unidos en Caracas, luego de que Venezuela hiciera la petición.
A finales de julio de 2010 y sin haber sido aceptado como embajador en Caracas, Palmer respondió un “cuestionario” del Senado norteamericano en el que difamó a las Fuerzas Armadas venezolanas al señalar que el componente militar del país tenía “baja moral”.
Además, Palmer, en línea con las especulaciones esgrimidas por la derecha venezolana, expresó “preocupación” por la supuesta influencia de La Habana en las fuerzas militares del país, aunque reconoció que no había pruebas contundentes sino “informes creíbles”.
Esas declaraciones fueron rechazadas enfáticamente por el Gobierno venezolano en agosto de 2010, ya que violaban los estatutos del Convenio de Viena sobre Relaciones Diplomáticas que prohíben la intervención en asuntos internos por parte de los diplomáticos extranjeros en los países anfitriones.
Esta posición se mantuvo hasta diciembre, cuando Caracas decidió retirar definitivamente el beneplácito a Palmer para ejercer funciones diplomáticas en Venezuela.
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