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domingo, 24 de octubre de 2010

Los Domingos de Díaz Rangel: Las bases de Uribe

¿Quién iba a pensar que la llegada de Juan Manuel Santos al poder podría significar que no se instalaran las siete bases militares que el presidente Álvaro Uribe le cedió a EEUU? Cuando fue electo se recordaron sus declaraciones de Vicepresidente o ministro de Defensa; hasta el presidente Chávez llegó a decir que su triunfo era lo peor para las relaciones colombo-venezolanas. Nadie dudaba, resultaba lógico suponerlo. Sin embargo, antes de su elección comenzaron a observarse señales significativas, y pese a todos los esfuerzos de Uribe, Santos siguió adelante en una linea diferenciadora, de mejorar las relaciones con Venezuela. No eran sólo los empresarios quienes presionaban por acuerdos.
 
Por informaciones que recibíamos, incluidas opiniones del ex presidente Samper, asomamos la posibilidad que existía de no ratificar el convenio militar firmado por Uribe, y en una encuesta entre nuestros lectores les ofrecimos tres opciones: Santos enviará el proyecto de convenio con EEUU al Congreso pidiéndole aprobarlo, 55% la escogió; que fuese el Congreso (con mayoría uribista) el que decidiera: 38%, y no enviarlo, dejando en suspenso su ejecución, apenas el 7%. Fue esta opción, en la que menos gente creía, la que se dio. Acaba de anunciarse en Bogotá que el Gobierno no enviará el proyecto de convenio al Congreso y, en consecuencia, lo firmado por Uribe no tiene fuerza legal, es nulo. EEUU no ocupará las siete bases. La verdad sea dicha, cuando el Presidente ecuatoriano anunció formalmente que no prolongaría el contrato de permanencia de la base de Manta, se cruzaron las miradas del Pentágono y de la Casa de Nariño, y aunque EEUU sólo pidió la de Palanquero, Uribe le ofreció otras seis.
 
Esa decisión perturbó seriamente las relaciones con Venezuela y generó desacuerdos con los países de Unasur. De siete puñaladas al costado de América Latina las calificó Fidel Castro. Colombia quedaba aislada, porque ni Perú lo apoyó. Conociendo a Santos, o creyendo que lo conocíamos, el cambio de presidentes no significaría la revisión de ese convenio.
 
Ustedes recordarán que esa materia no entró en la Declaración de Santa Marta que firmaron Santos y Chávez, lo que no significaba que no hubiese sido tema de negociaciones (ver hoy entrevista a Chávez). Tan trascendente materia no podía quedar al margen. El secreto comenzó a trascender de la Casa de Nariño. En dos o tres ocasiones comenté esa posibilidad, y el domingo pasado escribí a propósito del buen clima en las negociaciones bilaterales: "A nivel presidencial, se pueden tomar decisiones trascendentes como las relacionadas con las bases militares de EEUU. No debe sorprendernos que el Congreso colombiano no las apruebe". Ni siquiera discutirá el proyecto de convenio porque el presidente Santos decidió no enviárselo.
 
Internamente, Santos ha tomado medidas y nombrado ministros que chocan con intereses del poderoso sector latifundista, al cual está vinculado Uribe, y no es secreto en Colombia que el Congreso asumirá lineas opositoras. Es decir, que el escenario político y las relaciones internacionales de Colombia están siendo distintos a los de hace apenas meses.
 
¿Qué pensarán los uribistas venezolanos?

ELEAZAR DÍAZ RANGEL

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