Por María del Pilar Camargo, periodista de Semana.com
ENTREVISTA: Al despedir el país,
el embajador de Estados Unidos habló de los retos que tendrá su sucesor,
Michael Mckinley, y de cómo serán las relaciones
colombo-estadounidenses en la era Santos.
Jueves 12 Agosto 2010
William Brownfield se irá del país
este 15 de agosto. Probablemente regresará a un cargo diplomático en
Washington. Antes de su partida habló para Semana.com sobre los logros
de su gestión diplomática, su percepción de la relación entre Estados
Unidos y Colombia, y los retos que deberá sortear su sucesor, Michael
Mckinley, en el gobierno del presidente Juan Manuel Santos.
Estas fueron las respuestas que dio a cuestionario enviado
por correo electrónico:
Semana.com: ¿Cuáles fueron sus
expectativas cuando llegó a Colombia en el 2007? ¿Se cumplieron?
William Brownfield: La percepción que traía
era la misma que tenía gran parte del mundo exterior, una imagen de
Colombia de los años 80 y 90 con muchos problemas. En los últimos tres
años he descubierto que Colombia ha hecho un progreso enorme e innegable
frente a las crisis de esos años. Recordemos que antes de empezar
nuestra cooperación bajo el Plan Colombia, se hablaba de un país que
enfrentaba tres grandes crisis: la económica, la de la droga ilícita y
la de seguridad. Incluso se alcanzó a hablar de ‘Estado fallido’ en los
90. Hoy nadie en el mundo se refiere a Colombia en esos términos.
Actualmente, Colombia es un país en control de su futuro, un país que
puede decidir cuál modelo quiere seguir y qué políticas y estrategias
quiere instrumentar. Así es como el ciudadano colombiano del 2010 se
muestra más optimista de lo que fue su padre hace 20 años, quizá porque
ve las oportunidades con mayor claridad”.
Semana.com:
Con el cambio de administración, del Presidente George Walker Bush al
Presidente Barack Obama, ¿cree que hubo cambios sustanciales en la
relación con Colombia? ¿Cuáles?
W.B.:
Colombia y Estados Unidos tienen una relación muy fuerte desde hace
muchos años. Esa excelente relación de cooperación entre nuestras dos
naciones ha continuado –y tengo plena confianza que continuará–
ampliándose y profundizándose, independientemente del gobernante de
turno, tanto en Estados Unidos como en Colombia.
Un ejemplo de
esa alianza lo constituye el Plan Colombia, que está celebrando su
décimo aniversario este año y cuyos resultados positivos son evidentes.
Semana.com:
¿Cómo ve el estado actual de las relaciones de ambos países?
W.B.:
Las relaciones son excelentes. Me gusta pensar que el Plan Colombia,
que fue concebido con base en los intereses mutuos de ambos países para
ofrecer mejor seguridad, justicia y prosperidad a nuestros pueblos,
contribuyó algo a estos logros. Colombia cuenta hoy con una fuerza
pública más profesional. El Estado colombiano tiene hoy una muy buena
capacidad institucional y financiera para atraer grandes cantidades de
inversión y comercio. Hay una creciente inversión en el desarrollo
económico y social, una mejor protección de los derechos humanos y una
mayor igualdad racial y étnica. El orden público ha mejorado, así como
la administración de la justicia en aquellas partes del país que se han
visto más afectadas por el conflicto. De la misma manera, hay una
creciente inversión estatal para proteger el medio ambiente, preservar
la biodiversidad y expandir uno de los sistemas de parques nacionales
más grandiosos de todo el mundo.
Semana.com: ¿Cuáles son
los retos que deberá sortear el siguiente embajador?
W.B.:
El futuro de Colombia lo decide el pueblo colombiano. Pero podemos
apoyar. Nuestra tarea compartida entre Colombia y Estados Unidos
continúa, y aún nos quedan importantes retos por enfrentar. Debemos
ofrecer esperanza y un futuro positivo a las comunidades más vulnerables
y marginadas, como son los desplazados, los afrocolombianos, las
comunidades indígenas, las mujeres, los jóvenes en riesgo y las víctimas
de las minas antipersona.
Igualmente, debemos deliberar sobre
estrategias y programas relacionados con la reintegración social y
laboral de los desmovilizados, una tarea que no sólo interesa a los
gobiernos de Colombia y Estados Unidos. La comunidad internacional y la
sociedad civil también juegan un papel importante.
Semana.com:
¿Cree que la llegada de Juan Manuel Santos a la Casa de Nariño y del
nuevo embajador Michael McKinley a Colombia cambian en algo la relación
entre estos dos países?
W.B.: El
embajador McKinley es amigo mío desde hace 25 años, y soy gran admirador
del presidente Santos desde mi llegada hace tres años. Colombia ha
logrado grandes avances en la última década y queremos respaldar esos
logros. Colaboraremos con el Presidente para seguir profundizando
nuestra alianza y alcanzando nuestros objetivos comunes para el
beneficio de nuestros pueblos. Con el Presidente Santos ya hemos
trabajado en muchos proyectos conjuntos de Colombia y Estados Unidos. Él
conoce muy bien a Estados Unidos. Estoy seguro de que las relaciones
bilaterales producirán resultados muy positivos durante su Gobierno.
¿Quién
es Brownfield?
William Brownfield nació en Texas. Se
graduó en la Universidad de Cornell (1974) y de la Universidad Nacional
de Guerra (1993). También cursó estudios en la Escuela de Leyes de la
Universidad de Texas (1978).
Es un diplomático de carrera del
Servicio Exterior de Estados Unidos, donde ha trabajado cerca de 30
años. Está casado con Kristie Kenney, quien, según Brownfield, fue
designada por Barack Obama como la próxima embajadora de Estados Unidos
en Tailandia.
Su primera misión en el Servicio Exterior fue en
1979, cuando estuvo en Maracaibo, Venezuela. Se desempeñó como Tercer
Secretario y Agregado Laboral de Asuntos Políticos en San Salvador
(1981-1983) y Primer Secretario de Asuntos Políticos en Buenos Aires
(1986-1989). De manera temporal trabajó como asesor político para el
Comandante en Jefe del Comando Sur en Panamá, en la época en que fue
derrocado el general Noriega y este país afrontaba una de las peores
crisis.
En Chile también fue embajador. Sectores de izquierda
cuestionan al diplomático por lo que consideran fue su participación en
la campaña armamentista del país austral. En 2002 –durante el paso de
Brownfield por esa nación–, Chile se convirtió en el país de América
Latina que más gastaba en defensa y seguridad. Sin embargo, en su estada
en Venezuela (2004-2007) mantuvo una posición crítica ante la compra de
armas de Hugo Chávez.
En el 2007, cuando se acreditó como
embajador en Colombia, Brownfield tenía claridad sobre la política
exterior de Estados Unidos hacia Colombia. Como subsecretario Adjunto de
Estado para la Oficina para Asuntos Hemisféricos Occidentales
(1999-2002) ayudó en la instrumentación del primer Plan Colombia.
Su
gestión como Principal Subsecretario Adjunto de Estado para Asuntos
Internacionales contra Narcóticos y para la Aplicación de la Ley
(1998-1999) lo acredita como conocedor de la lucha antidrogas.
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