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viernes, 22 de junio de 2018

Mundiales y Política. Capítulo I: Italia Campeón en la era del Fascismo.


El Falso 9

Mundiales y Política. Capítulo I: Italia Campeón en la era del Fascismo.



Pocos países se han visto tan presionados para ganar como lo estuvo Italia cuando fue sede en 1934, del Mundial de Fútbol. El país de la bota estaba gobernada por Benito Mussolini. El fascismo quería demostrar la superioridad de su política y nada mejor que un Mundial para hacerlo.

El equipo campeón de 1930, Ururguay, no acudió como represalia a la no asistencia de los itálicos a la cita de 4 años antes. Ha sido la única vez que un equipo campeón no defendió su título. Se realizó una fase de clasificación para cubrir las 16 plazas programadas. Se eliminó también la fase de grupos y se realizó un campeonato con eliminatoria directa.

El Mundial de 1934 fue usado por Mussolini para exponer al mundo logros e ideas del fascismo italiano.​ También tuvo una consecuencia en el campo: la  squadra azzurra gozó de arbitrajes parcializados a su favor en la competencia.

Particularmente fue notorio el arbitraje favorable a Italia en el partido contra España por los cuartos de final. En un partido sumamente físico, duro, quedó empatado 1-1 luego de los 90 minutos y la prórroga. Por reglas del torneo, se repitió el cotejo al día siguiente, con un triunfo azzurro 1-0, con España alineando solo a 4 de los jugadores del partido anterior, porque los otros 7 habían acabado lesionados. Zamora, el portero, había acabado con dos costillas fracturadas.

Los de Vittorio Pozzo se deshicieron de Austria 1-0 en semifinales y disputaron la grande finale ante Checoslovaquia, un equipo dinámico, con gran movilidad. Hay versiones que indican que Mussolini hablo con los jugadores antes del juego y les “sugirió” que había que ganar “a toda costa”. Uno de los jugadores italianos era el argentino nacionalizado Luis Monti, que había  disputado y perdido la final cuatro años antes. Monti dijo varios años después: “En 1930, en Uruguay, me querían matar si ganaba, y en Italia, cuatro años más tarde, si perdía”.

Alineados antes de comenzar el partido, los jugadores italianos, como de costumbre, hicieron el saludo fascista con el brazo derecho extendido, lo que también hizo el árbitro del cotejo, el sueco Ivan Eklind.  El partido terminó 1-1 tras 90 minutos, y en la prórroga, Angelo Schiavio anotó el 2–1 a los 95, con lo que Italia levantó su primera Copa del Mundo.









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