La
candidatura presidencial del ex gobernador del estado Lara Henri Falcón, viene
a ser un intento de una parte de la oposición venezolana para desalojar al
Presidente Nicolás Maduro y la Revolución Bolivariana del poder después de 18
años de gobierno.
En
las primeras de cambio este candidato opositor se enfrenta al grave problema de
que la oposición extremista le sigue las líneas políticas a Washington, y han
decidido mantener vigente el llamado abstencionista a su militancia con la idea
de desestabilizar al gobierno del Presidente Maduro. Es ahí donde se focaliza
uno de los principales puntos del discurso de Falcón, tratar de convencer a la
misma oposición de que vale la pena su candidatura y que tienen la posibilidad real
de ganarle al chavismo en las presidenciales.
En
este sentido, Falcón resalta que todas las encuestadoras del país dan como
resultado que la intención del voto del venezolano alcanza hasta el 70% de la
población y que su candidatura representa “la salvación del país”. Según las
cuentas que saca el candidato, el 90% de la población rechaza el actual
Gobierno del Presidente Nicolás Maduro y por tanto tiene prácticamente
asegurada la victoria electoral del 20 de mayo.
Al
parecer Falcón tiene razón en parte de su análisis, sobre todo cuando sostiene
que más del 70% de los electores tienen la intención de ejercer el voto en los
próximos comicios presidenciales. Sin embargo, de los resultado que no habla
Falcón son los presentados por la encuestadora Hinterlaces, donde el candidato
de la oposición no la tendría todas consigo a la hora de las preferencias del
electorado, veamos: Nicolás Maduro 51%; Lorenzo Mendoza 19%, Henri Falcón 11%,
Leopoldo López 2%, Henrique Capriles 2%, Javier Bertucci 2%, María Corina
Machado 1%, Henry Ramos Allup 1%, Claudio Fermín 1%, otros 2 %, Ninguno 6%.
Por
otra parte, Falcón intenta reactivar las emociones de los militantes de la oposición
hacia el camino del voto, asegurando que si bien “el Gobierno es autoritario”,
tiene “secuestradas las instituciones”, “limita el ejercicio del voto”, “procura
la división de la oposición”; no obstante, estas limitaciones pueden ser
superadas con la “observación internacional calificada” de la Unión Europea, Caricom,
Unasur, Mercosur, la ONU, entre otros, para generar confianza del proceso
electoral en la población nacional y la comunidad internacional.
El
segundo problema que se le presenta a la candidatura de Henri Falcón es la
presentación de un programa de gobierno que convenza a la mayoría de venezolanos.
Hasta el momento no ha dicho más que lugares comunes y propuestas escuetas que todos
los líderes de la oposición ya han esgrimido en contra la revolución
bolivariana, es decir, que estamos en una crisis económica producto de las
políticas aplicadas por el Gobierno, que el Gobierno no tiene capacidad para
salir de la crisis económica, que tenemos que hacer atractivo el país para que
vengan los inversionistas internacionales, que tenemos que dolarizar los
salarios, que debemos liberar a los “presos políticos”, etc.
Como
tercer problema de la candidatura de Falcón está cómo lograr congraciarse con
el imperialismo norteamericano, sin dejar en evidencia ante el pueblo
venezolano que sus intereses son entreguistas y no soberanos.
Aun
cuando es público y notorio que el presidente norteamericano Donald Trump ha
desplegado esfuerzos para sabotear el proceso electoral venezolano, dada la
gira realizada a los países con gobierno antichavistas en la región por el
Secretario de Estado estadounidense Rex Tillerson, en las que llamó hacer
frente común contra el gobierno de Maduro a través del Grupo de Lima, ordenó a
Julio Borges darle una patada a la mesa de diálogo en República Dominicana y
conmino a los Altos Oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a darle
un golpe de Estado al Gobierno legítimamente constituido, Henri Falcón ha
anunciado una gira hacia los EE.UU. donde seguramente estará buscando el aval
de la Casa Blanca para proseguir en su candidatura presidencial, teniendo como
principal ofrecimiento la aplicación en el país de un modelo neoliberal que
satisfaga las apetencias de los llamados inversionistas, como ya lo han hecho
saber uno de sus directores de campaña Eduardo Semtei y su principal asesor
económico y posible ministro de finanzas en su hipotético gobierno, el
economista Francisco Rodríguez.
Ahora
bien, estas recetas enmascaradas de buenas intenciones con palabras
rimbombantes como el “Programa de Ajuste Macroeconómico”, no son más que el
pacto ofrecido al Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial para privatizar
las empresas del Estado, aumentar los precios de la gasolina, reducir la
inversión social, eliminar las pensiones, liquidar las Misiones y Grandes
Misiones, trasladar al “libre mercado” inmobiliario las cotizaciones de las
viviendas construidas por la Gran Misión Vivienda Venezuela, etc.
Esta
receta ya fue aplicada en Venezuela en el año 1989 durante al inicio del
segundo mandato de Carlos Andrés Pérez y provocó el estallido social de grandes
dimensiones mejor conocido como El Caracazo. También, estas medidas están
siendo aplicadas en países con gobierno antichavistas de la región tales como
la Argentina gobernada por Mauricio Macri, en Brasil gobernado por Michel Temer,
en Colombia gobernado por Juan Manuel Santos, en Chile con Sebastián Piñera, en
Perú de Pedro Pablo Kuczynski, México de Enrique Peña Nieto, entre otros, que
tienen como denominador común el resguardo de los intereses económicos de las
oligarquías y empresas transnacionales muy por encima de los intereses de los
pueblos.
En
síntesis, lo que sucedería con un hipotético gobierno de Henri Falcón es la destrucción de todo el estado de derecho
y de justicia implantado por la Revolución Bolivariana, iniciado por el
Comandante Chávez y que hoy continúa el Presidente Nicolás Maduro.
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