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Aun
cuando es público y notorio que los dirigentes de la oposición venezolana y sus
aliados de la derecha internacional, durante gran parte del año 2017 hicieron
múltiples llamados para que el Gobierno Nacional adelantara las elecciones
presidenciales, hoy nuevamente dan muestras de las profundas contradicciones
discursivas que existen en el seno de llamada Unidad antichavista y que sus
intenciones no son democráticas, aunque son enmascaradas con un discurso
grandilocuente sobre la democracia, los derechos civiles y políticos, la
alternancia del poder, etc.; sino que más bien están encaminadas a utilizar las
vías anticonstitucionales y violentas, para arrebatar al chavismo el poder
político que ejerce el Presidente Nicolás Maduro a nombre del pueblo venezolano
desde el año 2013 y que ejercerá una vez reelecto para el período presidencial
2019-2025.
Eso
queda demostrado con la nueva patada a la mesa de diálogo que Julio Borges le dio
en República Dominicana, después de recibir una llamada telefónica desde
Bogotá, dónde se encontraban reunidos el presidente colombiano Juan Manuel
Santos y el Secretario del Departamento de Estado de EE.UU. Rex Tillerson, justamente
cuando todo estaba listo para firmar el acuerdo por la paz y la convivencia venezolana
auspiciado por el Presidente de República Dominicana, Danilo Medina, el
expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero y los cancilleres de México,
Chile, Paraguay, Bolivia y Nicaragua.
¿Quién puede pensar que esta gira de
Tillerson por Latinoamérica es casual?, yo no lo creo. El mensaje
del funcionario estadounidense, durante su periplo por los países de la región con
gobiernos antichavistas, tuvo dos aristas importantes en un discurso dirigido a
los organismos internacionales (OEA y Grupo de Lima), la comunidad
hispanohablante de EE.UU. y el resto de la región, y la FANB: primero para resaltar
que no legitimarían las elecciones
presidenciales del 2018 en Venezuela, a menos que estas no brindaran “garantías
electorales para la oposición”, es decir, que el Gobierno compita en desventaja
con la oposición; y segundo, señalar que Venezuela vive una “crisis humanitaria”
a causa de un “gobierno dictatorial”, “hostil”, “corrupto”, que “dilapidó los
recursos” de un “país rico” para hacerlo un “país pobre”. Con estos argumentos
Tillerson buscaba apoyo político y justificaba así la posible intervención en
Venezuela.
Bajo
este contexto, Tillerson sin ningún tapujo exhortó a nuestra Fuerza Armada
Nacional Bolivariana (FANB) a dar un golpe de Estado y derrocar al presidente legítimamente
constituido: “En la historia de Venezuela y los países de América del Sur,
muchas veces los militares son agentes de cambio cuando las cosas están muy mal
y los líderes ya no pueden servir al pueblo”, dijo.
Este
escenario ya era visualizado al inicio del año por el Presidente Maduro.
Durante el Mensaje Anual a la Nación el 15 de enero de 2018, advirtió que la
oposición venezolana estaba “tramando
una jugada para retirarse de las elecciones presidenciales”, que tendrán
lugar el 22 de abril de los corrientes, según él llamado realizado por el CNE a
petición de la Asamblea Nacional Constituyente.
Inmediatamente
después de que Tillerson llamara a la FANB a dar un golpe de Estado contra el
Presidente Maduro, se sumó el Senador Republicano por La Florida Marcos Rubio,
quien manipulando el discurso de nuestro Libertador dijo que “siempre es noble
conspirar contra la tiranía” y en un mensaje lleno de odio llamó abiertamente a
los militares a “restablecer la democracia mediante la eliminación del
dictador”. A esta sobrevenida manipulación del discurso libertario se unió la
voz del presidente colombiano Juan Manuel Santos, quien como caja de resonancia
a las líneas dictadas desde Washington citó que "una de las principales
causas de los desastres en que se veía envuelta la República era la escandalosa
dilapidación de sus fondos públicos”.
Como
se puede ver, no es casual que las acusaciones de Tillerson y Rubio contra el
Gobierno venezolano tengan eco en la postura de Santos, quien ahora vende su
gestión en Colombia como comprometida en la lucha contra la corrupción, de esa
manera justifican el redireccionamiento de los recursos que según Tillerson,
EE.UU. podría disponer para ayudar a Colombia a enfrentar la “crisis
humanitaria en Venezuela”, es decir, los dólares de EE.UU. para desestabilizar
Venezuela ahora irán a Colombia para que pueda “soportar el peso de la crisis
venezolana”, ¿Cómo tomará la oposición
venezolana que parte de los dólares que EE.UU. tenía destinado para ellos ahora
se los llevará el gobierno colombiano?.
Mientras
tanto, en Venezuela los precandidatos de la oposición ya dan muestras de seguir
al pie de la letra los mandatos del imperialismo estadounidense para sabotear
las elecciones presidenciales. Andrés Velásquez fue el primero en decir que
retiraba su candidatura por “falta de garantías electorales”. También se pudo conocer
a través de algunos diarios de derecha que Lorenzo Mendoza no está interesado
en participar en la competencia electoral, mientras que Henri Falcón y Henry
Ramos Allup todavía no descartan ser los abanderados de la oposición, pero no
participarían en las elecciones sin el respaldo de la llamada Unidad.
La
respuesta del Gobierno Bolivariano y del Presidente Nicolás Maduro han sido
siempre consecuente con el llamado a la paz, al diálogo y el entendimiento,
pero siempre firme en sus convicciones para enfrentar la arremetida nacional e internacional
en contra de su imagen y su gestión de gobierno. Por un lado llamó a los
revolucionarios a respetar todos los puntos del acuerdo comprometidos en
República Dominicana, y en torno a las garantías electorales solicitadas por la
oposición consintió la observación internacional, aperturar el consulado de
Miami y todos los consulados de Venezuela en el mundo para que los venezolanos
en exterior puedan inscribirse en el registro electoral.
Por
otra parte, denunció ante la comunidad internacional del falso positivo que
están creando desde Colombia con el entrenamiento de algunos disociados
venezolanos, para ser utilizados en ataques
simulados como si fueran miembros del ejército venezolano y de esta manera el
Pentágono y el Comando Sur de EE.UU. tengan la excusa necesaria para crear un
conflicto armado entre Venezuela y Colombia. En este sentido instruyó al
Ministro de Defensa G/J Vladimir Padrino López, reunirse con el Ministro de
Defensa de Colombia, Luis Carlos Villegas, aclarar el tema y desactivar lo más
pronto posible este nuevo plan conspirativo.
Asimismo,
aunque el Presidente Maduro admitió tener grandes diferencias políticas, éticas
y de ser totalmente distinto en todos los aspectos de la vida al presidente colombiano
Juan Manuel Santos, también reconoció que mientras Santos sea el presidente de
Colombia y el sea el Presidente de Venezuela estaban obligados a reunirse por
la paz de los dos países.
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