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martes, 31 de mayo de 2011

Roberto Hernández Montoya, El Sur está al norte


Porque el Norte también está al sur. Eso se debe a que los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.

Sí, Este y Oeste existen, pero las palabras Norte y Sur se han convertido en signos de una confrontación que va más allá del mapa. Porque también en los países llamados desarrollados hay subdesarrollo y desarrollo en el subdesarrollo. Es decir, el mundo es complicado.

Porque a un año de mi visita de 2004 a París, constato la multiplicación de los sin techo, los que sobreviven en la calle, en un país con invierno. Son producto de este desorden social en que un gobierno despreocupado abandona deliberadamente a las víctimas de un huracán. Esos parisinos de la calle han creado un periódico, l'Itinérant, que venden para no mendigar. Ya comienzan a percibirse los gamines, los niños de la calle, como Gavroche, el de Los miserables de Victor Hugo.

El Estado y el gran capital desalojan el centro para convertirlo en residencia secundaria de gente pudiente, mucha de los Estados Unidos.

Los edificios deliberadamente abandonados para «engordarlos» son invadidos. Los pisatarios urbanos, squatters, son cada vez más numerosos. Unos artistas tomaron uno hace seis años, en el 59, rue de Rivoli, una de las calles más encopetadas y crean su sitio Web: 59rivoli.org.

Según Hemingway París no se acaba nunca y es una fiesta. Vallejo dijo que es un sitio muy grande y lejano y otra vez grande. Es abrumador constatar que se haya acumulado y conservado tanta belleza durante dos mil años, más la que se produce cada segundo. Pero la nación está atacada por una depresión general. Por eso un francés se acercó al Pabellón de Venezuela en la Fiesta de l’Humanité, el festival anual de la izquierda, y agradeció que Venezuela fuese una esperanza en su sol negro, en que los viejos partidos de izquierda se dejaron arrollar por el neoliberalismo y convencieron a la gente de que su pobreza material y moral era culpa de ella y no de ese anarquismo de derecha y esa religión sin poesía que es el neoliberalismo. Ese francés no fue el único. Ya van conociendo a Venezuela burlando el bloqueo mediático. El libro Chávez Presidente ! de Maurice Lemoine está agotado.

Para la vanguardia política europea hay que seguir el ejemplo que Caracas dio.

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