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sábado, 21 de mayo de 2011

Javier Barrios: "Nadie puede decir que el presidente Chávez no da cuenta de lo que hace"

Lo primero que llama la atención de Javier Barrios es su ecuanimidad para emitir juicios sin falsas demostraciones de afecto y sin la simpleza de los aduladores; sus argumentos, por lo general, son bastante razonables. Lo conocí en un viaje a Caracas, cuando yo era corresponsal de Fe y Alegría en Guayana, por allá, por el año 2006. Un grupo de periodistas de todo el país llegamos a la capital a cubrir el VI Foro Social Mundial.

Javier Barrios es periodista de la Red de Radios “Fe y Alegría”, desde hace 20 años, y docente de la Universidad Católica “Cecilio Acosta”, ha sido uno de los comunicadores que acordó trabajar, siempre, en función de la gente. Nunca olvidaré sus palabras de despedida, cuando el grupo del interior debía regresar a sus regiones: “Los periodistas tenemos que generar servicios veraces de información; nosotros debemos dejar que la ciudadanía opine y sea escuchada por los mandatarios”. La frase marcó el inicio de una gran amistad.

Cinco años después, al cumplirse 12 años de “Aló, Presidente”, decidí llamarlo para intercambiar nuestras ideas sobre el programa dominical del jefe de Estado. Barrios y yo siempre hemos estado conscientes de que, a pesar de nuestras distancias en el medio, nuestro compromiso es con el pueblo, con la verdad, con la democracia protagónica, la producción de calidad, la formación de ciudadanía, la soberanía nacional, la socialización de la palabra pública; en el entendido de que: un mundo mejor es posible.

Fue así como nos encontramos el martes 17 de mayo de 2011. Lo primero que me dijo fue:

Como política pública de comunicación, el “Aló, Presidente” es una novedad bien interesante, que surgió en Venezuela y, después, fue copiada en el resto de América Latina. El presidente Chávez abrió un nuevo paradigma de comunicación directa con las comunidades. Es una comunicación abierta, fluida y transparente, donde el pueblo concurre a participar, reclamar, denunciar, informar, consensuar, a aprender otras formas de convivencia. El mismo concepto “Aló, Presidente” surgió por las llamadas de la gente. En un comienzo, se escuchaba cantidad de llamadas al aire. El Presidente se comunicaba, telefónicamente, con vecinos de las comunidades. El pueblo podía comunicarse directamente con él y había un equipo de trabajo recibiendo esas preocupaciones y solicitudes. Hoy, 12 años después, hay un “Aló Presidente” con cantidad de personas comunicándose a través de los “pases”, y se mantiene el mismo equipo recibiendo llamadas. El Estado abrió la posibilidad de que su primer mandatario —el ciudadano que el pueblo eligió para que dirigiera el país— se pudiera comunicar con el pueblo.

“Aló, Presidente” es un espacio que les ha dado visibilidad política a decenas de comunidades campesinas, consejos comunales, comunas, comunidades indígenas y líderes sociales. ¿En los gobiernos de la “democracia” puntofijista había algún tipo de valoración hacia este tipo de vida de la comunicación; se promocionaba la participación de la ciudadanía de forma plena, activa, emancipada?
Anteriormente, era difícil pensar en comunicarse con algún Presidente, decirle algo —y menos gente del pueblo—. ¡Eso hay que reconocerlo! Ningún Presidente del Puntofijismo, con alguna excepción —Luis Herrera, con “El Presidente que habla con el pueblo”, un día a la semana; pero, era sin participación popular—, tuvo tal contacto con la gente, como lo tiene el presidente Chávez. Tal vez, hubo otro Presidente que abrió un contacto con la prensa, pero no era con el pueblo.
En cambio, el “Aló, Presidente” es un programa que se abrió a la ciudadanía, promoviendo la integración social, la noción de pertenencia activa y el compromiso por el bien común. Es un ejercicio de socialización de la comunicación y de la información. Por primera vez, un Presidente se comienza a comunicar con el pueblo, a dar cuenta de su política: qué quiere hacer, qué es lo que va a hacer, cómo lo va a hacer, cuáles son sus proyectos, cómo van los programas, cuánto es el dinero que se invierte en atención social; el tema de las Misiones. Incluso, en los últimos 40 programas, el Presidente ha empezado a reconocer fallas.
Yo, nunca, había visto a un jefe de Estado que comenzara a responsabilizarse por cosas que no van funcionando bien; a decirle a la gente que hubo fallas en la ejecución de tal política, de tal obra; sin dejar de mencionar que hay un esfuerzo por corregir las fallas; (y algo que a mí, como estudioso del tema, también, me llama la atención) a conversar, abiertamente, con sus ministros y sus funcionarios en general, y a debatir, públicamente, que algunas cosas no están funcionando. Es decir... seguimiento.
Hemos visto al Presidente preguntar, en el Aló, qué pasó con esta decisión que se tomó tal día, qué ocurrió con tal cosa; y cuando responden que la cosa no va caminando bien, procede a regañar a sus funcionarios delante del pueblo; a llamar la atención, a exigir corrección.

Hay quienes critican que, en el “Aló, Presidente”, al principio, se recibían cientos de llamadas. Sin embargo, no podemos olvidar que el tiempo ha pasado y, en el país, se ha consolidado la institucionalidad que no existía en el 99. El programa ahora tiene otro norte: el primer mandatario nacional no sólo está en contacto con su pueblo, a través de los “pases”; sino que habla de su gestión, de las decisiones, programas, proyectos, de la ideología socialista. ¿Qué opina usted?

A mí me parece que los cambios, renovaciones siempre son positivos y forman parte de la esencia del ser humano. En el Aló, ahora hay inauguraciones de obras, proyectos... Nosotros podemos sugerir, hacer críticas; pero, no podemos descuidar lo central: que casi todos los domingos, el país está en el ejercicio democrático, el país está teniendo la oportunidad de oro, de que su primer mandatario nacional esté rindiendo cuentas. Nadie puede decir que el presidente Chávez no da cuenta de lo que hace. Yo siempre digo: el Presidente tiene que rendir cuentas ante la Asamblea Nacional, en lo que llaman el Mensaje Anual Presidencial. Pero, la suma de los “Aló, Presidente” —para mí— es tener al primer mandatario nacional, junto con sus ministros, dando cuentas al país, semanalmente. Eso ha sido tomado como ejemplo. Veamos el caso colombiano: el ex presidente, Álvaro Uribe, abrió un espacio de radio y televisión; Correa también tenía uno; y sabemos, también, que el presidente Obama trató de hacer algo parecido. De alguna manera, hay como una necesidad en América Latina y en el mundo, de que los primeros mandatarios se comuniquen con la gente. ¿Y de dónde salió la iniciativa? De la experiencia positiva que ha resultado en Venezuela.
Uno habla con mucha gente y la gente valora como algo muy importante que el Presidente pueda comunicarse con ellos.
Tal vez, sería importante dar cuenta de las llamadas que registran las preocupaciones de la gente —que yo sé que ustedes las siguen manteniendo—, decirle a la gente que, mientras está el programa, hay un equipo tomando nota de las solicitudes, y que esas preocupaciones se le están haciendo llegar al Presidente. Y lo más importante, que esas solicitudes están siendo canalizadas a través de la Dirección del “Aló, Presidente” y de las distintas instituciones del Estado; que a esas llamadas se les está dando respuesta, la que sea —hasta respuestas sinceras—. Porque, una cosa que hay que valorar del presidente Chávez, es que él ha dicho al aire: “Este tema no es conmigo y no voy a decir mentiras. Esto tiene que ver con el alcalde tal. Vamos a remitírselo a ese alcalde”.
El Presidente lleva su Aló con mucha sinceridad. Al menos no dice una mentira, ni trata de ser populachero, ni de decir que a todo lo que llega se le va a dar respuesta. No le miente al pueblo.

¿Cuál cree que es la mejor opción para recordarle al pueblo el trabajo de seguimiento? 
Bueno, yo sugeriría que algunas llamadas pudieran salir al aire —no todas, porque sé que llama mucha gente– y alguna gente dice al aire: “Es una lotería, logré hablar con el Presidente”. Pero, sí sería bueno una que otra persona saliendo al aire (es como el otro método de reflexión del @chávezcandanga); que el propio Presidente lea algunas de las inquietudes que él y su equipo están recibiendo, y que se pongan algunos testimoniales de la gente atendida, gracias a las llamadas al 0800-ALO. Es una forma de darle un cierre al proceso comunicacional, por lo de la transparencia de la comunicación.

¿Considera que todo el peso del país debe recaer sobre el Presidente?
Por supuesto que no. Yo, también, coincido con el presidente Chávez cuando dice que, si un alcalde hace bien su trabajo; un gobernador hace bien su trabajo y las dependencias de los ministerios hacen su trabajo bien; quizás, muchas cosas no tendrían que llegar al Presidente. El propio Fidel Castro una vez le alertó, con buena sabiduría, hace años, al Presidente: que estuviese pendiente, porque él no es el alcalde de Venezuela. Pero, evidentemente, el jefe de Estado tiene un compromiso con la gente y sigue usando su “Aló, Presidente” como el espacio donde el pueblo se puede expresar; puede canalizar sus preocupaciones, peticiones; puede tener acceso a la información de primera mano sobre las políticas públicas del Gobierno; y puede educarse.

¿De qué manera el Presidente ahonda en la educación de la gente?
De alguna u otra forma, el Presidente aprovecha para hacer la formación socio-política. En algún momento, en el “Aló, Presidente”, encontramos un maestro dando una clase, en lenguaje sencillo. El habla del Presidente es clara, popular, concreta, educativa —como lo mandaba el maestro Pablo Freire—. Uno ve el esquema que el propio Presidente desarrolla para construir una idea, para explicarla y traducirla, y usa los parámetros que el maestro Pablo Freire proponía en la educación popular. En “Aló, Presidente”, hay un maestro que transmite valores, conceptos; y sobre todo, al explicar de manera sencilla, la gente lo entiende. Hay cosas que, de pronto, uno escucha por allí, de un economista, o de algún ministro; y yo he oído gente del pueblo decir: “Yo de verdad que, esa noticia no la entendí. Pero la entendí el domingo, cuando el presidente Chávez la explicó”.

Eso es pedagogía…
¡Sí! Efectivamente, hay gente que espera el domingo para la traducción de los contenidos de la semana, en la clase del presidente Chávez. Él transmite, por supuesto, los valores de solidaridad, democracia, participación, igualdad, justicia; son valores que se van construyendo y el presidente Chávez es uno de sus principales promotores. No sólo con la palabra, sino también con el ejemplo. Vuelvo al principio: es el presidente Chávez, en el diálogo con el vecino.
Una cosa muy buena que he notado, en los últimos “Aló, Presidente”, es la disposición del Presidente a escuchar las demandas de la gente, a tomar nota. Incluso, en los contactos, no quiere que hable el funcionario solamente; él pide: “¡Por favor!, alguien de un consejo comunal”. Le pide a la gente: “¡Explíquenme!”; y pide que intervengan voceros de las comunidades o algún líder de algún consejo comunal. Hay un interés del Presidente en que el Poder Popular se exprese. Eso es un ejemplo de lo que se quiere, de la democracia protagónica. Que se dice en teoría, pero es una práctica en la comunicación del Presidente.

El Aló pareciera que da para todo. No sé usted, pero yo he notado un cambio en el discurso de la gente que participa. Hay mayor espontaneidad, se evidencia un mayor conocimiento social. Ahora, se ven nuevas caras, nuevos actores y movimientos sociales. ¿No lo cree así?
Creo que ha habido un esfuerzo pedagógico en estos 12 años. No sé si ustedes recuerdan los primeros programas, pero cuando la gente hablaba, le costaba darse a entender. Al pueblo, le daba miedo hablar con el Presidente. Incluso, cuando daban una explicación se equivocaban un poco. Pero, ahora, uno escucha al Poder Popular hablando con liderazgo, con discurso, con cifras, con mucha seguridad. ¿Eso es producto de qué? De lo pedagógico del ejercicio comunicacional que se ha hecho en “Aló, Presidente”.
Yo también creo que el presidente Chávez, los ministros y el pueblo; todos han aprendido; porque, el programa ha hecho que, también, los funcionarios aprendan, reflexionen. El mismo Presidente se va reencontrando con sus propias prácticas de comunicación, va oyendo a la gente, va viendo el tema de los libros… El programa tiene de todo.
Es un programa que tiene un ritmo y un esquema que varía en función del ánimo del propio Presidente: a veces se alarga, a veces se acorta. Pero, también, ha ayudado mucho que el Presidente, de eso, hace humor. Él promete que va a ser corto y lo hace largo, o que va a a ser largo y lo hace corto; de eso, hace un chiste, y la gente que está viendo se relaja un poco. Y considero que se ha hecho tan normal, tan natural, que cuando yo he viajado fuera, la gente le dice a uno: “Mira, que hay un programa…”; y la gente se sorprende de que el presidente Chávez, todos los domingos —salvo algunas excepciones— hable con el pueblo.

¿Y cómo ve el rating?

“Aló, Presidente” —todo el mundo lo sabe— tiene sus picos de audiencia. Tiene un pico, desde las 11:00 a. m. hasta la 1:00 p. m.; luego, tiene otro pico, desde las 3:30 p. m. hasta las 5:00 p. m.; y nuevamente, tiene un último pico, cuando cierra. Hay gente que me cuenta que ve las primeras dos horas de programa; luego se van, hacen las compras en el supermercado, regresan y dicen: “Voy a ver por dónde va el Presidente”. Y se quedan pendientes, porque saben que, al final, es que el Presidente da los mejores anuncios.
Yo valoro mucho el esfuerzo del ciudadano Presidente. Es la mayor fortaleza de la política comunicacional del Estado. ¡Si el Presidente no lo dice, no se sabe! ¡Ojalá los gobernadores y alcaldes agarren el ejemplo para abrir espacios de comunicación a nivel estadal, local! Porque, a veces, se escucha: “Es que tal alcalde no se comunica con la gente”.
Y no solamente que hablen con la gente, sino que sean capaces de escuchar —como decía Bolívar— aunque sean las más duras verdades.
Chávez es uno de los pocos que lo permiten. Él es consecuente con el derecho de la gente a opinar. Ése es el ejercicio de la democracia protagónica. No es teórico, es que lo vemos los domingos de "Aló, Presidente". Es más, el propio Presidente se convierte en látigo del mismo Estado. Para mí, Chávez es un líder popular que agita a la gente en contra de la burocracia del Estado.

Quizás es una tarea que debe asumir el Partido (el PSUV), la de las críticas y las autocríticas, a lo que el Presidente siempre dice: instituciones que no cumplen, que retardan, que engañan, que meten mentiras, que cometen hechos de corrupción... 
Está claro que Chávez tiene un liderazgo que impulsa al mismo Estado a cumplirle al pueblo y, sobre todo, a darle protagonismo al Poder Popular que es, al fin y al cabo, el sentido de todo este esfuerzo. De allí que, el “Aló, Presidente” tiene un enfoque de comunicación ida y vuelta con el Presidente. Ése ha sido el programa que destapó este nuevo modelo de comunicación con el pueblo y que, no en vano, está siendo imitado por Presidentes de otros países. Es la semilla de la democracia protagónica que se ha ido sembrando no sólo en Venezuela, sino en toda Latinoamérica.

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