Por:
Harrys Velásquez / @HarrysVelásquez
El
Pacto de Punto Fijo significó el establecimiento de unas nuevas reglas de juego
que se dieron los partidos políticos venezolanos, después de la caída de la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958.
Acción
Democrática (AD), el partido Social Cristiano Copei y Unión Republicana
Democrática (URD), con la exclusión del Partido Comunista de Venezuela (PCV), suscribieron
un acuerdo para asegurar un entendimiento mínimo entre los partidos políticos,
que garantizaría el funcionamiento del sistema y evitaría así un enfrentamiento
dentro de las relaciones antagónicas que les caracterizaban y que fueron una de
las causas que llevaron al poder a la dictadura de Pérez Jiménez.
Los
términos de “las reglas de juego” reconocían en primer lugar la existencia de
diversos partidos políticos -con la excepción del PCV- y que las diferencias
pudieran ser canalizadas dentro de las normas de convivencia, de modo que no se
consideraran enemigos existenciales sino que más bien se asegurara el respeto mutuo
y la cooperación. Esto implicaba la despersonalización del debate político y la
erradicación de la violencia entre los miembros de los partidos.
En
segundo lugar, se reconocía que por encima de las diferencias entre los
distintos partidos existían intereses comunes que todos debían defender y que
estaban expresados en un programa mínimo de gobierno, lo cual no excluía el
derecho particular de cada una de las organizaciones políticas a defender otros
puntos no suscritos en el programa. No obstante, la discusión pública de los
puntos no comunes debía mantenerse dentro de los límites de la tolerancia y el
respeto entre los partidos.
Tercero,
como todos los partidos aceptaron y se comprometieron a respetar las reglas del
juego, todos los votos emitidos a favor de las diferentes candidaturas serían
consideradas como votos unitarios y una afirmación de los electores a favor del
régimen constitucional y de la consolidación del Estado de Derecho.
Por
último, todos los partidos convinieron en evitar una oposición sistemática que
debilitara la democracia recién instaurada. Además, todas las organizaciones
políticas estaban obligadas a actuar en defensa de las autoridades
constitucionales en caso de existir una amenaza real de golpe de Estado.
La
llegada del Comandante Hugo Chávez al poder en el año 1998 -aun cuando el 4 de
febrero del año 1992 había encabezado una rebelión militar contra el sistema
bipartidista del Pacto de Punto Fijo-, se produjo respetando las reglas del
juego establecidas por los gobiernos de la 4ta. República, ya que su movimiento
militar previo no cristalizó y en definitiva asumió la vía electoral, popular y
todas las normas establecidas por la Constitución de 1961 para ganar la
presidencia de la República de Venezuela.
Los
partidos políticos del Pacto de Punto Fijo y sus derivados, además de las
organizaciones sociales como la Iglesia Católica, Fedecámaras, la CTV, entre
otros, apoyados por los medios de comunicación social, una vez desplazados del
poder que habían usufructuado durante 40 años se dieron a la tarea de sumar esfuerzos
para iniciar una ola de conspiraciones que terminó derrocando en año 2002 –aunque
solo por 48 horas- al gobierno legítimamente constituido del Comandante Chávez.
Pudiera
decirse que los partidos del Pacto de Punto Fijo habían actuado en consecuencia
a los acuerdos suscritos frente a un enemigo que los desplazó del poder
político. Sin embargo, su actuación compromete las reglas del juego democrático
que habían jurado preservar, ya que el Comandante Chávez no dio un golpe de
Estado y no utilizó la violencia para llegar al poder, en todo caso de lo único
que se le puede acusar es de haber utilizado los motes de frijolito o
escuálidos para referirse a sus adversarios políticos.
Las
elecciones del año 2013 que dieron como resultados la elección de Nicolás
Maduro como Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela,
tuvieron el mismo matiz desestabilizador y de desconocimiento de las reglas de
juego democrático por parte de los viejos partidos políticos del Pacto de Punto
Fijo: AD y Copei, así como también de los nuevos partidos que se derivaron de
estos: Primero Justicia (PJ), Un Nuevo Tiempo (UNT), Voluntad Popular (VP),
entre otros partidos de menor repercusión en el sistema democrático del país.
El
candidato presidencial de la oposición, Henrique Capriles, llamó a sus
seguidores a desconocer los resultados de las elecciones presidenciales,
iniciándose una intensa ola de protestas violentas -auspiciados por la embajada
de los Estados Unidos en Caracas- en algunos municipios del país controlados
por la oposición, que produjeron inmensas pérdidas materiales y de vidas
humanas.
En
el año 2014 correspondió el turno para desestabilización al líder del
fundamentalista partido Voluntad Popular, Leopoldo López, quien bajo el lema
“La Salida” convocó a la oposición venezolana a presionar en las calles del país
hasta lograr derrocamiento del gobierno constitucional de Nicolás Maduro,
también produciéndose incalculables pérdidas materiales y cientos de heridos y
decenas de fallecidos por la violencia política.
En
el año 2017 la oposición venezolana volvió a promover la violencia política
como vía para deslegitimar al gobierno. Las llamadas “guarimbas” fueron
protagonistas de las protestas enmascaradas de pacíficas, pero que en realidad
enlutaron miles de hogares venezolanos. Estas tuvieron su fin cuando el
Presidente Nicolás Maduro inició una serie de acciones políticas con el fin de
lograr la pacificación del país, tales como: convocar la elección de la
Asamblea Nacional Constituyente, las elecciones regionales de gobernadores y
alcaldes, así como el adelanto de las elecciones presidenciales previstas para
finales del año 2018.
Asimismo,
convocó la instalación de una Mesa de Diálogo Nacional con todos los sectores
de la oposición venezolana, y aun cuando estos factores políticos disidentes
del gobierno nacional habían aceptado participar en las negociaciones para
llegar a un entendimiento y a la paz nacional, recibieron órdenes del
imperialismo estadounidense para que desconociera los acuerdos alcanzados con
el gobierno.
Es
así como los principales dirigentes de la oposición, a pesar de ufanarse de ser
“civilizados”, demócratas, sabiondos de la política, con la llegada de la
revolución bolivariana han desconocido continuamente las reglas del juego
democrático e incluso en la actualidad piden a gritos ayuda internacional para
la intervención militar de su propio país.
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