… no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer… Simón Bolívar Discurso de Angostura -1819
sábado, 21 de mayo de 2011
Jóvenes piden a Obama no usar el Dream Act como arma de campaña para conseguir votos
21 mayo, 2011.-
Por: Jorge Cancino
Univision.com*
Activistas le piden al Presidente que frene las deportaciones de estudiantes indocumentados
Organizaciones de jóvenes indocumentados le están pidiendo al Presidente Barack Obama que retire un anuncio de su campaña de reelección, donde utiliza el Dream Act para recaudar contribuciones. Y le reiteran un pedido que vienen planteando desde hace ya varios meses: que ordene un freno a las deportaciones de estudiantes sin papeles.
La solicitud fue hecha por United We Dream (UWD), un grupo que representa a miles de jóvenes sin papeles en todo el país y que apoya el esfuerzo para que el Congreso apruebe la ley que les concederá la oportunidad de legalizar sus permanencias.
El anuncio de Obama, emitido en inglés y español, señala: “Quiero promulgar la ley Dream Act pero necesito su ayuda para realizar la difícil labor de hacer que las personas cambien de opinión y cambien de voto, una a la vez. ¿Contamos contigo?”
El grupo explica que no permitirán que su sufrimiento sea usado por ningún candidato. Para ello, lanzaron una campaña en internet donde le piden al público que presione para que los anuncios de Obama sean retirados “inmediatamente” y que tome “acción real” para detener las expulsiones.
“No nos han respondido hasta ahora”, dijo a Univision.com Carlos Saavedra, coordinador nacional de UWD. “Creemos que ellos quieren capitalizar votos y dinero con el Dream Act”.
El escenario real
Saavedra no es el único que piensa que la “Ley del Sueño” está siendo empleada con fines distintos. “Los políticos están utilizando el Dream Act para conseguir votos”, señaló María Marroquín, de la Alianza Nacional de Jóvenes Inmigrantes, en Pensilvania, organización que se sumó a la campaña de United We Dream. “Nosotros queremos que el presidente utilice una acción ejecutiva y pare las expulsiones de jóvenes que aguardan a que el Congreso apruebe el proyecto”.
La iniciativa mencionada por Marroquín fue presentada por primera vez al legislativo en 2001 y desde entonces ha sido debatida sin éxito en más de 12 ocasiones, ha última en diciembre de 2010.
El pasado 11 de mayo, un grupo de legisladores demócratas volvió a insistir con una nueva versión en ambas cámaras, confiados en que, esta vez, los republicanos decidirán apoyarlo y permitir que al menos un millón de jóvenes indocumentados que entraron a Estados Unidos antes de cumplir los 16 años de edad, puedan pedir la residencia previo título universitario o que ingresen a las Fuerzas Armadas.
Pero las probabilidades de aprobación son escasas. Los demócratas tienen 51 asientos en el Senado, necesitan 60 votos para aprobarlo y cuatro legisladores no están de acuerdo con el proyecto. Y los republicanos han dicho que no aprobarán ningún plan que suene a “amnistía” y para ellos dentro de esta categoría entran la reforma migratoria y el Dream Act.
En la cámara, simplemente, no hay posibilidades porque los republicanos tienen el control.
No se rinden
“Por eso creemos que utilizan el Dream Act sólo para conseguir votos”, dijo Marroquín. “El Presidente Obama sabe que la participación de los latinos es importante, que necesita de ellos, pero no estamos viendo que él apoye a nuestra comunidad con acciones concretas, con un beneficio que favorezca a los estudiantes indocumentados. Le estamos pidiendo su apoyo, una acción ejecutiva, que pare las deportaciones de quienes califican para una eventual aprobación del Dream Act”.
El 10 de mayo, durante un discurso en El Paso, Texas, Obama dijo que su administración estaba “consciente” del impacto que tenían las deportaciones, pero advirtió que era necesario “velar por el cumplimiento de la ley” y que en democracia el único ente autorizado para cambiar la ley era el “Congreso”.
La respuesta causó desagrado entre los defensores del Dream Act.
“Nosotros no nos vamos a detener”, apuntó Saavedra. “Nuestras energías están puestas en proteger a los miles de jóvenes estudiantes que no pierden la esperanza en alcanzar el sueño” de conseguir primero la residencia y luego la ciudadanía estadounidense.
Durante los comicios presidenciales de 2008, cuando Obama prometió que empujaría una reforma migratoria en el primer año de su mandato, 10.2 millones de hispanos salieron a las urnas y de ellos 6.7 millones optaron los demócratas, apoyo crucial que le permitió conquistar la Casa Blanca tras ocho años de ejercicio republicano encabezado por el presidente George W. Bush (2001-2009).
Legado de llanto
La interminable batalla por el Dream Act está plagada de héroes. Algunos de ellos se han curtido en combates desiguales donde no han faltado lágrimas, tristezas, frustraciones y desesperanzas.
Marie Nazareth González conoce el escenario de la guerra que cada día libran millones de estudiantes en Estados Unidos. En 2004 fue electa como la “Mujer del Año” por la revista Latina por atreverse a dar la cara y batallar a favor de miles de jóvenes que, como ella, le pedían al Congreso que aprobara el Dream, Act.
González y su familia emigraron a Estados Unidos en 1991 procedentes de Costa Rica. Un abogado les garantizó que sus visas duraban 10 años y se establecieron en Jefferson City, Missouri. Trece años más tarde, una llamada anónima al servicio de inmigración generó un escándalo político y les abrieron un proceso para deportarlos porque estaban indocumentados.
La pesadilla comenzó "en junio de 2003", recordó González, única hija del matrimonio. "Mi padre, Marvin, era el encargado de abrir el correo del gobernador del estado, Bob Holden. Una persona hizo una llamada a las autoridades. En las primeras investigaciones no descubrieron nada, pero en una segunda revisión averiguaron que nuestras visas estaban expiradas. Nos dijeron que éramos indocumentados y mi padre fue despedido del trabajo".
A partir de entonces la familia se puso en campaña para quedarse en el país. "Yo vine aquí cuando tenía cinco años", observó. "Estados Unidos lo es todo para mí, es mi cultura. Cuando llegamos a mis padres unos abogados les dijeron que todo estaba en regla, hicimos lo que teníamos que hacer, involucrarnos, ayudar, ser parte de la comunidad", puntualizó.
El proceso de expulsión de los padres de González incluyó audiencias judiciales que Marie calificó de "humillantes", porque "a uno lo tratan como si fuera una basura", recordó. Al término de ellas, un juez de inmigración fijó el 5 de junio de 2005 como fecha de salida.
"Usamos todas las avenidas legales para ganar, pero el servicio de inmigración emitió la orden final. Nos mandaron una carta en la cual decían que podíamos pedir 30 días adicionales, y mis padres lo hicieron. El juez fijo entonces el 5 de julio. Para ese día tenemos que salir", agregó.
Visa humanitaria
Marie Nazareth no se dio por vencida. Batalló y consiguió que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) le diera una visa temporal y se quedó para terminar con sus estudios, pero sus padres fueron expulsados.
"Ese día mi corazón se partió y el de mis padres también", recuerda, todavía con la voz entrecortada. "El sentimiento es terrible.
A partir de entonces González se comunicó sólo por teléfono con sus progenitores. "Yo me casé. Mi esposo me pidió. Pero mi padre contrajo cáncer y comenzó un tratamiento de quimioterapia. Fue una situación difícil. Si el Congreso hubiese aprobado esta ley en 2003, mi padre estaría a mi lado. Me quedé con la bendición de ellos para estudiar, para graduarme, para servir a mi país, Estados Unidos, y devolverle lo que esta nación me ha dado”.
El 25 de noviembre del año pasado González pudo viajar a Costa Rica para visitar a sus padres por primera vez desde la expulsión de ellos en 2005. “Media hora después de haber abrazado a mi papá, murió de un ataque al corazón. Apenas alcance a verlo para despedirme”, dice ahora, con la voz entrecortada. “En estos momentos puedo salir y entrar a Estados Unidos porque soy residente. Pero mi padre ya no está conmigo”.
Como González, otros 65 mil estudiantes cada año se gradúan de secundaria y luego se quedan sin posibilidad de ir a la universidad o conseguir un empleo porque son indocumentados. Entraron a Estados Unidos siendo menores de edad, estudiaron y obtuvieron notas sobresalientes, pero luego se quedaron estancados, indica un reporte del Consejo Nacional de La Raza (NCLR).
“Le estamos pidiendo al presidente Barack Obama que lleve a cabo una acción ejecutiva y pare las deportaciones de jóvenes”, dijo Felipe Matos, un estudiante indocumentado de origen brasileño que vive en Miami, Florida. “No podemos seguir esperando. Tampoco podemos permitir que utilicen nuestro sufrimiento en campañas políticas”.
Matos, junto a otros tres estudiantes, realizó el año pasado una caminata de 2,414 millas entre Miami y Washington DC para pedirle al Congreso que aprobara el proyecto de ley. Pese a la derrota –por la carencia de un acuerdo bipartidista-, dijo que no se han rendido y que seguirán batallando hasta que sus voces sean atendidas y puedan alcanzar el mayor sueño de sus vidas: convertirse en ciudadanos de Estados Unidos.
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