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domingo, 30 de enero de 2011

JVR: "No quiero que los venezolanos nos matemos" | Últimas Noticias

JVR: "No quiero que los venezolanos nos matemos" | Últimas Noticias

Durante su alocución en el acto de rendición de cuentas en la Asamblea Nacional, el presidente Hugo Chávez ofreció diálogo y dijo que los venezolanos no podíamos seguir viéndonos como enemigos, sino como adversarios.

"Se abre una nueva oportunidad en el país", afirma José Vicente Rangel. Parece que ha llegado la hora de hacer política. Pero hay factores, de un lado y de otro, que no creen en el diálogo y, si a ver vamos, pueden esgrimir sobradas razones para desestimar la oferta del Presidente. No puede ser un diálogo entre operadores políticos solamente, porque el conflicto social que desgarra a Venezuela subyace como telón de fondo.

La democracia sin debate pierde calidad. ¿O esa verdad no quedó patentada a lo largo de la pasada legislatura de la Asamblea Nacional? Antes de encender el grabador, Rangel propone que la conversación se haga "entre dos periodistas". Acepto, sin pensar mucho lo que estaba haciendo. A los pocos minutos descubro que el operador político tiene cosas que decir y planteamientos que refutar. Ha resultado, pues, una oferta engañosa que, sin embargo, ha servido para dejar a un lado los formalismos.

"No quiero nada con la sangre; afortunadamente, los venezolanos no hemos pasado por situaciones como las que ha vivido Colombia". Y la forma de evitarlo es "precisamente el diálogo y la posibilidad de desmontar la polarización perversa que consiste en no creer en el otro, en descalificarlo a priori". Instituciones como la Iglesia católica, siempre que asuman un papel de equilibrio, "pueden jugar en esta contingencia un papel importante".

Aquí había una representación proporcional de las minorías en el Parlamento, pero eso fue eliminado mediante una reforma de ley. ¿Usted, que viene de las minorías de izquierda, no cree que así se empobrece la democracia?Creo que sí, no estoy de acuerdo con eso. Yo soy hijo de las minorías. Siempre estuve en la oposición y mantengo ese criterio. Además, esa decisión condujo en buena medida a la repolarización del país. Es decir, aquí funcionan dos grandes bloques; y la minoría, que es una opción importante porque representa una calidad crítica y es fundamental en un régimen democrático, queda por fuera.

Usted habla de repolarización, ¿entonces?La polarización, en política, es insustituible. Pero hay una polarización negativa, fundada en el odio y en el desprecio hacia el otro y hay otra, que tiene un signo ideológico, principista, que proviene de la confrontación de las ideas. Para mí, el sentido que le da el Presidente a su planteamiento es ese. Es decir, convirtamos esa polarización maligna, pérfida, que nos hace ver no como adversarios sino como enemigos, en una polarización positiva: confrontemos, pero sin llegar a la violencia o a la negación de la convivencia civilizada.

A raíz del resultado electoral del 26-S, la Asamblea que feneció el pasado 5 de enero dejó una especie de sobre bomba con la ley habilitante. El Presidente ofreció devolverla, pero luego retiró su oferta. ¿Cómo puede haber dinamismo parlamentario en esas condiciones, creadas además por el chavismo?Eso de que hay un corte abrupto entre la vieja Asamblea y la nueva no es así. Actualmente, hay una representación de una fuerza política que, cinco años atrás, cometió el inmenso error de marginarse, de no ir a la contienda electoral. Ahora, la situación se normaliza. He dicho que la ausencia de la oposición le hizo mal a ella misma, le hizo mal al país y al chavismo porque, cuando no hay debate, la política pierde calidad. Creo que Chávez, que es muy perspicaz en política, capta en ese fenómeno algo que es muy importante para esta etapa que comienza. Por eso el llamado a un diálogo. Reconoce la importancia de la oposición en el debate, que sirve para el cuestionamiento, para la crítica y para que de las interpelaciones que se acuerden, se haga transparente la función pública.

Si uno pensara en esa posibilidad como algo cierto, creo que el chavismo tuvo que demostrar una actitud distinta en la conformación de las comisiones legislativas, particularmente en la Comisión de Contraloría. No hay mucha congruencia entre su planteamiento y lo que hizo el chavismo.Bueno, una cosa es lo que yo digo y otra es lo que hace el partido y la representación parlamentaria en la Asamblea. Yo no soy líder del chavismo, aunque estoy vinculado a esa opción política y al presidente Chávez. Pero a la hora de ejecutar una política, no soy yo el ejecutor, son otros. Pienso que la observación que tú haces, respecto a la Comisión de Contraloría, es importante, es válida. Claro, eso funcionó con otras características en la Cuarta República. Al fin y al cabo, el binomio AD-Copei se complementaba, entonces había una apariencia de equilibrio; era en el marco de un mismo juego. Aquí es distinto. Aquí son dos bloques que representan proyectos políticos completamente diferentes.

Con más razón, ¿no?Es posible que desde el punto de vista del seguimiento de la gestión pública, que es lo importante realmente, tengas razón en tu pregunta. Ahora, quedó pendiente el tema de la habilitante. Esa ley es constitucional y la Constitución tampoco le marca un lapso. Dieciocho meses fijó la anterior Asamblea. Ha podido ser menos, pero ha podido ser más también. Ese hecho no inhabilita al Parlamento para legislar.

No, pero deja a la oposición con un brazo amarrado.En todo caso, está amarrado por la Constitución. Pero no por el comportamiento de la oposición, no.

Esa es una valoración jurídica.Correcto.

¿Y la valoración política que pudiera hacer José Vicente Rangel?Idéntica, yo creo que se justifica plenamente la habilitante. A lo mejor pudiéramos tener diferencias en cuanto al lapso. Pero ahí entramos en consideraciones muy particulares.

El lapso es importante porque la ley fenece seis meses antes de las elecciones presidenciales de 2012.Eso es otra cosa.

A estas alturas, ¿cree que el Gobierno ganó las elecciones del 26-S?No las perdió, yo creo que las ganó.

Advirtió que hubo un estancamiento.Un estancamiento no es derrota, simplemente debe servir de acicate para corregir las fallas. En ese sentido, creo que el chavismo ha asimilado ese resultado en términos positivos, porque ha hecho un análisis interno del funcionamiento muy importante. Además, con esas elecciones se logró que la oposición regresara a la Asamblea; ese es un éxito de la democracia y también del chavismo, que no impidió esa representación. Quienes hablan de dictadura se les cae ese señalamiento, precisamente, con las elecciones del 26-S.

Un estancamiento tampoco es una victoria.En una victoria en el sentido de que se confirma una mayoría de diputados del chavismo en la Asamblea Nacional, y se confirma un hecho que es muy importante, que en Venezuela hay democracia.

Usted está al tanto de su primera respuesta, ¿no? Esa mayoría del chavismo se debió a la modificación de la ley.Esa es una interpretación que hay, pero eso también, en algunos estados, favoreció a la oposición. Con las reglas anteriores, por ejemplo, la oposición no hubiese sacado los diputados que sacó en el Zulia. De ahí que eso juega para un lado y para el otro. No me vengas con ese argumento.

Simplemente hago un planteamiento.Esas preguntas son importantes, porque le permiten al lector advertir ciertas cosas; son preguntas que tienen su piquete al revés.

En un momento se dijo que había dos personas en el Gobierno que propiciaban la política y el diálogo: Miquelena y José Vicente Rangel. Usted salió del Gobierno y surgió la pregunta: ¿quién va a contener a Chávez? Cuando habla con el Presidente, ¿es usted quien propicia la política o es Chávez?Tanto en el pasado como en el presente, es Chávez. La observación que haces alrededor de esas dos figuras, Miquelena y Rangel, asesorando a Chávez no es así. Yo he estado muy cerca del Presidente y mantengo una relación muy cordial, muy cálida. A pesar de lo que diga la gente, Chávez es un hombre que escucha. Claro, tiene sus propias opiniones y las lleva adelante. Pero esa evaluación que se hace a través del planteamiento donde fundamentas tu pregunta se corresponde con la idea de que Chávez es una persona que hace siempre lo que quiere, que no tiene control, que reacciona de una manera impredecible ante determinadas circunstancias. Yo tengo una opinión completamente distinta, que no es producto de elucubraciones, sino de constatación en la realidad. Yo creo que esa percepción es una de las cosas que más lo ha favorecido a él, porque en el fondo implica una especie de desprecio hacia lo que es políticamente Chávez.

Uno podría decir que hay dos Chávez: uno que no escucha y uno que hace política en sitios no tan visibles y en otros, más visible, deja ver lo que podría calificarse como el estilo de Chávez.Como hubo un estilo de Betancourt, ¿no es verdad? Hay que recordar lo que fue Betancourt. El Betancourt de la primera etapa, el de la Revolución de Octubre y el Betancourt de la segunda etapa, después del año 1958. El Betancourt pugnaz, agresivo, retrechero, represivo, que insultaba al adversario, y el otro Betancourt, que trabaja sobre la base de la política.

El presidente Chávez ofreció retirar la ley habilitante y no le gustó la reacción de la oposición. A mucha gente no le gusta el estilo de Chávez y se lo tiene que calar; y ¿el Presidente no se puede calar el estilo de la oposición?Es que la oposición rechaza a priori el planteamiento que hizo Chávez, de que está dispuesto a devolver la habilitante, y afirma que tiene que ser ya. Bueno, no es ya ¿y por qué?, si constitucionalmente el Presidente está investido de autoridad para adelantar la política implícita en esa ley. Creo que la reacción de la oposición fue absolutamente torpe. Debió plantear los contenidos de la ley que pudieran discutirse. Te advierto una cosa: si alguien desea y defiende a la oposición en Venezuela soy yo. Soy un demócrata convencido y a la vez estoy convencido de que este es un proceso profundamente democrático.

A veces uno lee sus columnas y se pregunta: ¿esta suerte de asesoría gratuita que Rangel presta a la oposición se orienta en el sentido que acaba de señalar o son globos de ensayo para explorar ciertas actitudes y respuestas?Es una actitud muy sincera, y esa pregunta que haces está inscrita en las dudas que suscita la polarización que hay en el país, que se inicia por no creer en lo que dice la gente. El día 15 de enero, en su alocución ante la Asamblea, el Presidente propone diálogo y saluda como un hecho positivo que la oposición esté allí, ¿pero cuál es la respuesta de la oposición? Nosotros no creemos en Chávez. Chávez está asustado. Es más, Chávez está cagado y por eso llama al diálogo. Esto es una maniobra de Chávez. Es decir, lo mismo que pudiera decir el chavismo: "Nosotros no podemos creer en la oposición porque salían a aclamar a los militares traidores de la Plaza Altamira, porque no fueron a las elecciones de 2005". Entonces, se cierra la posibilidad de diálogo.

Quizás lo que gravita en la agenda política es la megaelección de 2012, que es crucial para el chavismo y para la oposición...… No creo en esas frases determinantes. Aquí no hay nada crucial. Acción Democrática ganaba y perdía elecciones, al igual que Copei. El peronismo gana y pierde elecciones. Los republicanos y los demócratas ganan y pierden elecciones. En democracia, hay la posibilidad de sobrevivir siempre.

Quizás el chavismo se dio cuenta de que la polarización no le funciona actualmente, y la oposición quizás piense que en este momento la favorece. ¿Por qué la oposición va a desactivar un mecanismo que podría serle útil?Venezuela siempre estuvo polarizada. Aquellos que acusan a Chávez de ser un factor determinante de la polarización ignoran o no se quieren dar cuenta de que Chávez lo que ha permitido es que sectores populares muy grandes, sectores sociales invisibilizados, emergieran. La polarización estaba implícita en la sociedad venezolana y por eso ese fenómeno hay que reexaminarlo permanentemente. La única manera de superar la polarización es, precisamente, a través del diálogo. Pero pudiera ser cierto el planteamiento que haces. Si fuese así, el chavismo estaría en el terreno de la racionalidad, entendiendo que la polarización hay que erradicarla de alguna manera, y la oposición estaría incurriendo en un nuevo error, el que lo llevó, por ejemplo, al golpe del 11-A. Si la cultiva, la más perjudicada sería la oposición. Una de las lecturas más importantes del 26-S es que la gente quiere diálogo y paz.

Aquí hay recelos y razones absolutamente justificadas, de un lado y de otro, para no creer en el diálogo. El Gobierno lo asomó como una posibilidad. ¿No debería haber algunos lineamientos para que ese diálogo fructifique, funcione y tenga alguna utilidad?Debe ser así. Es algo que le corresponde al Gobierno, pero también a la oposición. El diálogo es como el baile: si no tienes pareja, no bailas o bailas solo, que es una ridiculez. Lo fundamental es tener disposición para dialogar y creer en la oferta del diálogo. Lo dijo Simón Alberto Consalvi en su columna de El Nacional: el hecho de que el Presidente haya dicho que nos veamos no como enemigos sino como adversarios es algo que hay que tomar en cuenta. Ahora, y esto es parte del problema, el diálogo no es exclusivamente político, tiene que mirar hacia el país y hay que plantearlo alrededor de los grandes problemas. ¿No se puede dialogar sobre algo tan álgido como la inseguridad? Primero Justicia habló de la vivienda; a mí me parece positivo. ¿Cuántas casas se pueden construir al año?

¿Cuántas reuniones secretas ha mantenido José Vicente Rangel con la oposición para propiciar el diálogo?
No me vas a creer, pero yo no soy hombre de reuniones secretas. Lo mío es público, si no trasciende, no sé las razones, pero es público. Yo me reúno con todo el mundo.

¿Está conciente de que la mayoría de los lectores tampoco le van a creer?Bueno, no es la mayoría. Yo creo que me cree mucha gente porque lo que estoy planteando es una cosa absolutamente racional. Yo no quiero que los venezolanos nos matemos. A mí me da pavor, no pavor físico, yo he enfrentado muchas situaciones difíciles, pero me da pavor de que caigamos en una situación similar a la que ha vivido Colombia. No quiero nada con la sangre. Sin interlocución, política y social, no hay diálogo.

¿Qué instituciones podrían contribuir al diálogo?La Iglesia católica ha jugado un papel que yo cuestiono, un papel sesgado completamente. Resulta que la mayoría determinante del pueblo venezolano es católica y los que somos católicos, como en mi caso, queremos que nuestra iglesia también asuma un papel de equilibrio y puede jugar en esta contingencia un papel importante. No critico que la Conferencia Episcopal de Venezuela produzca un documento político, pero que sea más ecuánime. En un país dividido, una institución con las características de la Iglesia católica no puede contribuir a que se divida aún más. Su contribución tiene que estar orientada a que se superen los elementos de perturbación y de diferencia.


REGISTRO VERBAL
Las instituciones académicas, de acuerdo con José Vicente Rangel, también tienen la posibilidad de asumir el diálogo, "pero están cautivas de la polarización". Otros que podrían contribuir son los medios. "El rédito, el beneficio del diálogo no es cosa quese pueda contabilizar electoralmente".

Hay un episodio de los años sesenta que Rangel refiere para contextualizar la necesidad del diálogo. Advierte de que la sola mención de ese hecho podría despertar críticas en el chavismo, debido a que hay un sector que tiende a negar todo lo que ocurrió en la Cuarta República. "Hubo perversiones, lunares, pero también cosas importantes. Aquí hubo un diálogo para sacar al país de la confrontación que nos llevó al enfrentamiento armado, después del 23 de enero y que tuvo características especiales en los gobiernos de Betancourt y Leoni, donde se reprimió y se segregó brutalmente".

Se trata de la política de pacificación que, en su primer gobierno, adelantó el ex presidente Caldera. "Yo era parlamentario y participé en ese diálogo que concluyó en medio de circunstancias extremas, porque era muy difícil conversar no con el adversario, sino con el enemigo, y sin embargo se avanzó en ese proceso".

El partido comunista levantó la bandera de la paz democrática que coincidió con la política de pacificación de Caldera. Esa coincidencia permitió la vuelta a la legalidad de los comunistas, del MIR y de otros factores de la izquierda y prácticamente la normalización de la vida política.

Para que eso ocurra, en medio de las actuales circunstancias, es fundamental que la gente perciba que el proyecto político del presidente Chávez es pluralista y no una reedición del socialismo del siglo XX, caracterizada por la concentración del poder y el verticalismo. "Este es un proceso plural; hay un planteamiento socialista del gobierno, de las fuerzas chavistas y bolivarianas y al frente hay otro proyecto, que algunos tengan vergüenza de decir que es capitalista y neoliberal, eso es otra cosa, pero aquí hay la posibilidad de derrota del gobierno, y ha sido así no en un solo proceso electoral, sino en varios".

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