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miércoles, 22 de diciembre de 2010

La vida de los 33 mineros chilenos después de la fama

BBC MUNDO. - Disputas familiares, carencias económicas y problemas psicológicos. Ésa es la cruda realidad de los trabajadores rescatados hace dos meses

"Todavía es difícil... la mayoría de la gente cree que los mineros están ahí afuera divirtiéndose y ganando mucho dinero. Pero lo que pasamos nos marcará para siempre".

Claudia Jiménez se sienta al lado de su suegro, Ómar Reygadas, mientras conversan sobre lo ocurrido en los últimos meses.

Reygadas fue el minero número 17 en salir de la cápsula Fénix, especialmente diseñada para el espectacular rescate en la mina de Copiapó, en el norte de Chile.

Fue una operación que captó la atención del mundo entero y logró una audiencia global de cientos de millones de personas en octubre.

La familia de Reygadas pasó los 69 días que el minero estuvo atrapado a 700 metros de profundidad viajando al campamento Esperanza, esa aldea de carpas que se instaló en la entrada de la mina San José.

Ida y vuelta todos los días, haciendo malabares para asegurarse que alguno siempre estuviera cerca, para recibir cualquier noticia. La hija de Claudia, Rocío, de 11 años, no puede sino llorar cuando recuerda a su abuelo bajo tierra.

"Nunca imaginé que podría no volver a verlo", solloza.

Fue su familia la que lo ayudó a superar el calvario, cuenta Reygadas. Y su familia está presente también ahora, ayudándolo a mantener los pies sobre la tierra después de haber sido el foco de atención de los medios de comunicación por dos meses.

Los 33 hombres han estado en España, en Hollywood y viendo un partido de Manchester United en el Reino Unido. En breve, tienen planeados viajes a Disneyworld en Florida, Israel y Grecia.

Alerta psicológica

Pero a pesar de la demanda internacional, la vida de estos hombres se ha vuelto complicada y, después del prolongado encierro, muchos tienen problemas psicológicos persistentes.

"Nunca puedo dormir antes de las cuatro o cinco de la mañana", dice Reygadas. "Y detesto estar solo, me encuentro con frecuencia llorando".

Está tomando medicamentos que lo ayudan a mantenerse estable y confía en los médicos, que dicen mejorará pronto. Pero hasta entonces necesita a su familia cerca siempre que sea posible.

"Hay un gran riesgo de depresión", advierte Adib Merlez, psicólogo en la Universidad del Mar de Copiapó, quien brindará tratamiento a los mineros durante el próximo año, cuando todo se haya calmado.

"Por ahora, algunos de ellos están obsesionados con los medios de comunicación", comenta.

Cita el ejemplo de Franklin Lobos, el minero que integró la selección nacional de fútbol de Chile cuando era joven y llegó a la minería después de un tiempo de trabajar como taxista en Copiapó.

"Él cambió, y no para bien. Antes del accidente yo hablaba con él frecuentemente, pero ahora no tiene tiempo para nosotros", dice Merlez.

El psicólogo cree que en algunos meses las cosas cambiarán. Y él y sus colegas estarán ahí para asistirlos: "Podemos ayudarlos a que bajen a tierra".

La dura realidad

A algunos de los 33 hombres ya les tocó enfrentarse a la dura realidad. A pesar de los sueños de incalculables riquezas, su experiencia no se tradujo necesariamente en ingresos concretos.

Inmediatamente después del rescate, el excéntrico millonario Leonardo Farkas le dio a cada uno un cheque por US$10.000. Ese dinero –y la promesa de más por venir– condicionó enormemente a los hombres tan pronto salieron de la mina.

Algunos se enteraron de que su familia había aumentado, con parientes a los que no habían visto en años. Y hay historias tristes de peleas familiares como resultado.

Uno de los 33, Claudio Yáñez, se casó con su prometida, Cristina, en los primeros días de diciembre. La propuesta de matrimonio ocurrió cuando él estaba atrapado bajo tierra y, luego del rescate y la estadía breve en el hospital, Yáñez desairó a su madre y se fue directo a vivir a la casa de Cristina. Su madre nunca lo perdonó y nadie de su familia fue a la boda.

Pero pese a las numerosas promesas de contratos para realizar libros y películas, muy pocos de estos hombres han visto algún beneficio.

Carlos Mamani, el único boliviano del grupo, todavía vive con su compañera y su bebé en una casita pobre y destartalada en las afueras de Copiapó, sin siquiera agua corriente.
Y la gran mayoría sobrevive con pagos hechos por el seguro médico, acordados después del rescate.

Los exitosos

Aunque también hay algunas historias de éxito. Edison Peña, el fan declarado de Elvis Presley que corría todos los días varios kilómetros en la mina mientras duró el encierro, participó recientemente en la maratón de Nueva York.

Apareció además en el show de David Letterman en Estados Unidos y estuvo en Italia cantando a dúo por TV con el primer ministro Silvio Berlusconi, a la hora de mayor audiencia.

Otros ganan su dosis de ingresos de manera más discreta. Reygadas, quien a sus 56 años era uno de los mineros de mayor edad, y Mario Sepúlveda, quien ganó fama aún bajo tierra al liderar las filmaciones del refugio, han estado de gira por el país dando charlas de motivación a estudiantes.

"Les contamos cómo hicimos para pasar por ese suplicio: trabajando juntos, estando unidos y con fe en Dios", dice Reygadas.

Hay una sensación de envidia de algunos compañeros hacia ellos, según admiten.

"Están un poco enojados con nosotros por ganar dinero. Y no nos sentimos bien por eso, pero no podemos forzar a los organizadores a invitarnos a todos para dar las charlas", afirma.

En los últimos dos meses, los mineros –de clase trabajadora y la mayoría con educación básica– han recibido pocos consejos de cómo manejarse con los medios de comunicación.

"Ellos creen que pueden cobrar dinero por una conversación de cinco minutos por teléfono", dice Ómar. Como resultado, los medios se han vuelto reticentes a llamarlos.

Al cine

Con todo, el interés por la extraordinaria historia de estos hombres continúa. Hay al menos dos películas en marcha, una de un director chileno y una producción de Hollywood liderada por la productora de Brad Pitt.

En el desfile por el aniversario de la ciudad de Copiapó, a comienzos de diciembre, todavía se veían las cámaras de los medios internacionales. Y los invitados de honor fueron algunos de "los 33", presentados, uno a uno y con elogios por el alcalde de la ciudad, Maglio Cicardini.

Este funcionario jugó un papel importante durante el rescate y ahora desmiente que los mineros no hayan recibido apoyo sobre cómo tratar con la fama repentina.

"Estamos trabajando con ellos para ayudarlos a volver a la normalidad, y el gobierno les ha ofrecido a todos trabajo", asegura.

El gobierno nacional juntó a la mayoría de "los 33" en Santiago, en un encuentro de casi todo un día en el que se les ofreció empleo en la minera estatal, Codelco.

También arregló con un estudio de abogados para asistir a los mineros en la tarea de percibir regalías por potenciales contratos con Hollywood para la realización de películas.

Abandono

Pero algunos parientes sienten que el gobierno los ha abandonado. Liliana Ramírez es la compañera de toda la vida de Mario Gómez, quien con sus 63 años era el mayor del grupo.

"No puede volver a trabajar porque está mal… psicológicamente está mal, tiene constantes dolores de cabeza y está perdiendo el cabello", le cuenta a la BBC.

La historia de "los 33 de Atacama" está lejos de terminar.

Luego de sobrevivir 69 días en las profundidades del desierto en condiciones extremas, todavía necesitarán fortaleza para completar la larga transición de regreso a la vida "normal".

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