Una tripulación de 14 pescadores chinos apresados por la Guardia Costera japonesa finalmente regresó a casa. Pero su capitán todavía está bajo custodia, pendiente del fallo de un tribunal japonés, según se informa.
Sin el capitán, la aparente concesión de Japón, que se produjo tras las reiteradas protestas del Gobierno chino, contribuirá poco a resolver la cada vez más complicada situación.
Para Beijing ésa sería la gota que colmaría la copa, en caso de que Japón insista en juzgar al capitán chino por faenar cerca de las islas Diaoyu, en el mar de China la China Oriental.
Aunque los líderes japoneses albergan la esperanza de que el contencioso por el pesquero sea considerado un incidente independiente y no perjudique las relaciones normales entre ambos países, es imposible que la protesta de China se limite al terreno verbal.
El modo en que Japón maneja el caso es visto como un desafío directo a la soberanía de China sobre las islas en disputa.
La suspensión de las negociaciones sobre el yacimiento gasífero del mar de la China Oriental, programado para mediados de septiembre, es el primer paso de contrataque chino.
En atención a las décadas de construcción de relaciones después de la Segunda Guerra Mundial, no es propbable que China recurra a la fuerza para resolver este incidente.
Pero si las protestas del Gobierno y público chinos no hacen que los japoneses cambien de opinión tras llegar al punto de la ruptura diplomática, Beijing deberá considerar medidas de represalia más fuertes.
Japón podría no estar conciente sobre cuánto tiene que perder debido a sus acciones.
Como mayor mercado de Japón, China absorbió 18,9 por ciento de las exportaciones niponas del primer semestre de este año, 4 por ciento más de lo que EEUU importó de Japón durante el mismo lapso.
El volumen comercial entre China y Japón en el mismo período también alcanzó un récord de $138.300 millones, para un alza interanual del 34,5 por ciento.
La recuperación de la largamente estancada economía japonesa tendrá que descansar en gran medida en el poder adquisitivo cada vez mayor de China, no sólo en productos de consumo, como son los electrónicos, sino también en materias industriales, incluyendo la maquinaria pesada.
Incluso una disminución leve de las importaciones de productos japoneses significará pérdidas enormes para su golpeada economía.
En otras áreas, tales como la seguridad regional de Asia Oriental, la cooperación energética, la no proliferación nuclear y la protección del medio ambiente, Japón depende de la cooperación con China.
La posibilidad de que Japón consiga un mayor papel en el Consejo de Seguridad de la ONU dependerá en gran medida de la actitud de China.
El Partido Democrático de Japón elegirá hoy a un nuevo líder, que se convertirá en primer ministro.
El líder titular, Naoto Kan, podría no atreverse a hacer nuevas concesiones a Beijing, por miedo a perder votos de sus miembros más recalcitrantes.
Su oponente, Ichiro Ozawa, parece ser por amplio consenso el hombre dispuesto a mejorar las relaciones del país con China.
No importa quién triunfe, el próximo líder japonés tendrá que admitir el hecho de que Japón no puede intimidar o ponerse contra China sin que hayan consecuencias serias. (Pueblo en Línea)
Sin el capitán, la aparente concesión de Japón, que se produjo tras las reiteradas protestas del Gobierno chino, contribuirá poco a resolver la cada vez más complicada situación.
Para Beijing ésa sería la gota que colmaría la copa, en caso de que Japón insista en juzgar al capitán chino por faenar cerca de las islas Diaoyu, en el mar de China la China Oriental.
Aunque los líderes japoneses albergan la esperanza de que el contencioso por el pesquero sea considerado un incidente independiente y no perjudique las relaciones normales entre ambos países, es imposible que la protesta de China se limite al terreno verbal.
El modo en que Japón maneja el caso es visto como un desafío directo a la soberanía de China sobre las islas en disputa.
La suspensión de las negociaciones sobre el yacimiento gasífero del mar de la China Oriental, programado para mediados de septiembre, es el primer paso de contrataque chino.
En atención a las décadas de construcción de relaciones después de la Segunda Guerra Mundial, no es propbable que China recurra a la fuerza para resolver este incidente.
Pero si las protestas del Gobierno y público chinos no hacen que los japoneses cambien de opinión tras llegar al punto de la ruptura diplomática, Beijing deberá considerar medidas de represalia más fuertes.
Japón podría no estar conciente sobre cuánto tiene que perder debido a sus acciones.
Como mayor mercado de Japón, China absorbió 18,9 por ciento de las exportaciones niponas del primer semestre de este año, 4 por ciento más de lo que EEUU importó de Japón durante el mismo lapso.
El volumen comercial entre China y Japón en el mismo período también alcanzó un récord de $138.300 millones, para un alza interanual del 34,5 por ciento.
La recuperación de la largamente estancada economía japonesa tendrá que descansar en gran medida en el poder adquisitivo cada vez mayor de China, no sólo en productos de consumo, como son los electrónicos, sino también en materias industriales, incluyendo la maquinaria pesada.
Incluso una disminución leve de las importaciones de productos japoneses significará pérdidas enormes para su golpeada economía.
En otras áreas, tales como la seguridad regional de Asia Oriental, la cooperación energética, la no proliferación nuclear y la protección del medio ambiente, Japón depende de la cooperación con China.
La posibilidad de que Japón consiga un mayor papel en el Consejo de Seguridad de la ONU dependerá en gran medida de la actitud de China.
El Partido Democrático de Japón elegirá hoy a un nuevo líder, que se convertirá en primer ministro.
El líder titular, Naoto Kan, podría no atreverse a hacer nuevas concesiones a Beijing, por miedo a perder votos de sus miembros más recalcitrantes.
Su oponente, Ichiro Ozawa, parece ser por amplio consenso el hombre dispuesto a mejorar las relaciones del país con China.
No importa quién triunfe, el próximo líder japonés tendrá que admitir el hecho de que Japón no puede intimidar o ponerse contra China sin que hayan consecuencias serias. (Pueblo en Línea)
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