KABUL — Los afganos elegirán el sábado a sus diputados, un año después de la elección presidencial empañada por acusaciones de fraude que permitió la reelección de Hamid Karzai, pese a las amenazas de los talibanes que prometieron cometer atentados el día de los comicios.
De todos modos, la futura composición de la Asamblea no implicará cambios sustanciales en un país donde el presidente concentra el poder y sólo puede mantenerse por la presencia de los más o menos 150.000 soldados de las fuerzas internacionales, estadounidenses en más de dos tercios.
Más de 2.500 candidatos se disputan los 249 escaños en la Wolesi Jirga, la Cámara Baja del Parlamento, en las segundas elecciones legislativas por sufragio universal desde la caída del régimen talibán, a fines de 2001. De estos escaños, 68 están reservados a las mujeres.
Están convocados a votar más de 10,5 millones de electores, pero se calcula que un 15% de los centros electorales no abrirán sus puertas por la falta de seguridad en las zonas donde hay actividad insurgente.
Los talibanes, que hicieron este jueves un nuevo llamamiento al boicot de las elecciones e instaron a los afganos a unirse a "la guerra santa y la resistencia" contra "los invasores", también prometieron cometer atentados el sábado, tras haber llevado a cabo una campaña de intimidación de los candidatos.
Al menos tres candidatos han sido asesinados y decenas de ataques han sido perpetrados contra sus partidarios, sin mencionar la violencia diaria que ha ido aumentando en los últimos tres años y se ha agudizado hace unos meses.
Los civiles, principales víctimas del conflicto, han pagado un alto precio en este periodo, al tiempo que las pérdidas de las fuerzas internacionales, más de 500 muertos desde comienzos del año, son ya similares a las registrados en todo el año 2009, de lejos el más sangriento, con sus 521 bajas, desde la caída de los talibanes.
Este panorama existe pese a la llegada, en los últimos meses, de unos 30.000 soldados más enviados por Washington.
"Los comicios no serán perfectos, pero (...) estoy seguro de que se desarrollarán mejor que los del año pasado", dijo Staffan de Mistura, el representante especial de la ONU en Afganistán.
El juez sudafricano Johann Kriegler, uno de los dos miembros extranjeros de la Comisión de Quejas Electorales (ECC) ya advirtió, sin embargo, que "habrá numerosos fraudes en estas elecciones".
A pocos días de las elecciones, 3.000 tarjetas electorales falsas, impresas en Pakistán, fueron incautadas en la provincia de Ghazni (centro). Por estas y otras razones, los votantes deberán untar el dedo en tinta indeleble.
Unos 270.000 observadores afganos e internacionales supervisarán las elecciones, en tanto que la seguridad estará a cargo de unos 400.000 soldados extranjeros y afganos, así como de la Policía y agentes de inteligencia afganos.
"La amenaza del enemigo no es tan grave como piensa la gente", dijo el miércoles el general Afzal Aman, jefe de operaciones del ejército afgano.
Los resultados oficiales definitivos se conocerán el 31 de octubre.
La Asamblea reúne a un conjunto variopinto, donde hay antiguos jefes de guerra de la resistencia antisoviética, sus ex adversarios comunistas, tecnócratas formados en Occidente y personalidades de la sociedad civil.
A menudo considerada como una instancia sin más poderes que registrar las decisiones del Ejecutivo, la Asamblea se ha negado empero en varias ocasiones, en los últimos meses, a aprobar los ministros propuestos por el presidente Karzai.
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