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martes, 7 de septiembre de 2010

La Revolución bolivariana y la estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. Amenazas y perspectivas.


Por Gabriel Iachini Planteamiento del Problema



Tras el fin de la guerra fría se pude decir que el conflicto de “contención” ideológico fue superado, y en su lugar volvimos a la importancia de asegurar el control, posesión y acceso a las principales fuentes de energía, entiéndase petróleo, gas, agua, oro, diamantes, madera, etc., recursos que por sus características son vitales para el mantenimiento del patrón capitalista tanto industrial como de consumo.


En este sentido, parafraseando a Michael Klare los conflictos actuales podrán generarse por la búsqueda o posesión de los recursos ya mencionados, principalmente de ellos destaca el petróleo debido a su importancia para la economía global.


Ahora bien, considerando que Venezuela posee las mayores reservas de petróleo del mundo, 211 mil 173 millones de barriles de reservas probadas, y proponiéndose alcanzar este año 316 mil millones para ubicarse como principal reservorio del planeta , y asimismo la novena reserva de gas mundial , entre otros recursos estratégicos como oro, hierro, aluminio, coltán, pulmones vegetales, etc.; a su vez, vive un proceso revolucionario de cambio que plantea al socialismo como alternativa al capitalismo, surgiendo la inquietud de cuáles son las amenazas que se ciernen sobre Venezuela.


Paralelamente, en este mismo orden de ideas, luego del 11/S, se observa un viraje en la dinámica mundial, donde se vuelve a “temas duros” y se considera nuevamente el concepto de seguridad en la agenda internacional.


Concretamente, en los EE.UU se evidencia en lo concerniente a la estrategia de Seguridad Nacional, donde entre uno de los elementos característicos se destaca como vital para la seguridad de EE.UU la necesidad de asegurarse de los principales recursos, sin descartar incluso la fuerza militar para la consecución de sus intereses. Es el caso, por ejemplo, de la invasión a Irak y Afganistán, donde claramente detrás de la llamada “lucha contra el terror” se esconde la “guerra por los recursos.”


En consecuencia, el objetivo principal de esta investigación pretende analizar lo que significa la revolución bolivariana para la estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU.


Para ello, en primer lugar, abordaremos los cambios que se han venido originado en el sistema internacional, tanto a nivel global, como regional, de esta manera, como segundo orden, estudiaremos el caso específico de la revolución bolivariana y la estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU.


Así, podremos determinar cuáles son las amenazas que se infieren para Venezuela, y cuáles podrían ser nuestras posibles respuestas en función de disminuir y comprender las amenazas a las que nos enfrentamos.



Desarrollo


A nivel global temas como gobernabilidad, democracia, terrorismo y derechos humanos han venido marcando la agenda internacional. Asimismo, el contexto actual está signado por una serie de crisis, tanto económicas, alimentarias, energéticas y climáticas.


En nuestra región, por su parte, se vive un proceso de reconfiguración de fuerzas donde los pueblos, de la mano de gobiernos progresistas exigen el cambio de ese modelo neoliberal impuesto, con consecuencias nefastas para nuestro desarrollo e independencia.


En el ámbito multilateral, es de destacar la creación de espacios como la ALBA, Petrocaribe, UNASUR, Mercosur, y otros mecanismos que buscan la integración y consolidación del bloque regional, no sólo desde una mirada economicista, sino cultural y sobre todo de los pueblos.


Venezuela como punta de lanza de este proceso, se propone la creación de un modelo socialista, bolivariano y nuestro americano, como alternativa al capitalismo. A nivel internacional, nuestra política exterior apunta a la construcción de un mundo multipolar que permita la conformación de nuevos polos de poder y así contrarrestar la hegemonía imperialista de EE.UU.


En este sentido, se establecen como áreas de interés principales las relaciones Sur-Sur, la integración latinoamericana y caribeña, así como la diversificación de las relaciones con países como Irán, Siria, Bielorrusia, Rusia, China, Vietnam, Malasia y zonas circunvecinas. Igualmente, bajo los principios de solidaridad y complementariedad se impulsan nuevos esquemas de cooperación e integración financiera. Todo ello, en el marco del respeto a la soberanía, la independencia y el derecho a la autodeterminación de los pueblos.




Trasladándonos a EE.UU tenemos que la nueva doctrina o estrategia de Seguridad Nacional nace a raíz de los atentados de 2001, bajo el mandato de George W, Bush, la cual, en líneas generales se basa cuatro temas claves: la acción militar preventiva, supremacía militar, cooperación multilateral, aunque establece claramente que “no dudaremos en actuar solos, en caso de que sea necesario” (tal como en la invasión a Irak), y por último, la extensión de la democracia y los derechos humanos. Todo ello, claro está con el fin expreso de mantener su hegemonía a nivel global.


Emir Sader , al respecto, señala que más que un cambio de línea en la política exterior, se trata de una nueva doctrina estratégica, en la que se manifiesta las concepciones republicanas opuestas a los gobiernos demócratas.


A su vez, esta nueva derecha radical, tiene un ala propagandística a través de los principales medios de comunicación, las cuales tergiversan a su interés condicionando la opinión pública, siendo un elemento clave en lo que se conoce como “guerra de cuarta generación”.


Los epicentros de la nueva política imperial están en Medio Oriente y en Colombia, donde la evolución de Venezuela hizo ampliar el campo de acción. Ambos terrenos permiten articular los conceptos de “lucha contra el terrorismo” con intereses petrolíferos.


Esta combinación entre intereses petrolíferos y la industria bélica constituye, el eje de los intereses corporativos que sustentan al gobierno estadounidense.


De esta manera, podemos relacionar lo expresado por Michael Klare cuando nos habla de la “guerra por los recursos.”


Por su parte, la estrategia de Seguridad Nacional que recientemente dio a conocer Barack Obama no marca cambios significativos con la anterior, se expresa de manera clara y tajante el Destino Manifiesto a ser el líder mundial. Sin embargo contiene matices distintivos que son concernientes a explicar.


Entre las principales amenazas sin desligarse de la anterior, identifican el terrorismo internacional, la propagación de tecnologías mortíferas, crisis económica y el cambio climático.


Asimismo, expresan la necesidad de la superioridad militar para mantener su seguridad.


En cuanto, a los elementos distintivos se observa el énfasis que tiene la nueva administración en renovar el liderazgo mundial y la influencia estadounidense perdida tras el desastre de la gestión de George W Bush. Otro elemento donde se concentra la gestión de Obama es la consideración de la innovación como fundamento del poderío estadounidense.


No obstante, quizás lo más distintivo a la anterior estrategia ha sido lo que han denominado “smart power” o “poder inteligente”, donde se combina la supremacía militar con la capacidad de negociación de los diplomáticos y demás expertos, maniobrando por así decirlo con la espada y la ley.


Finalmente, a diferencia de la unilateralidad expresa y puesta en marcha por Bush se pretende hacer hincapié en la necesidad de fortalecer las normas e instituciones internacionales y la articulación de alianzas principalmente con China, India, Rusia y países emergentes como Brasil, Sudáfrica e Indonesia, e igualmente se destaca el apoyo de EE.UU a el G20.


Ahora bien, una vez ya descrito a grandes rasgos el planteamiento de la política bolivariana y la estadounidense, procederemos al análisis en cuestión, surgiendo así las siguientes interrogantes:


• ¿La Revolución bolivariana puede considerarse una amenaza a la seguridad estadounidense?


• ¿Qué amenazas se infieren para Venezuela al poseer las mayores reservas de petróleo del mundo?


• ¿Cómo ha sido el manejo de las relaciones entre EE.UU y Venezuela?


• ¿Se ha pretendido justificar una guerra preventiva a Venezuela?


• ¿Es posible una “guerra por los recursos” sobre Venezuela?


• ¿Cuáles pueden ser nuestras respuestas en función de disminuir las amenazas?


• ¿Qué debemos hacer?


En primer lugar, la Revolución bolivariana en sí misma no representa una amenaza para la seguridad de EE.UU, en cuanto a una respuesta militar nuestra capacidad de vulnerar o atacar a EE.UU es totalmente nula. Por otra parte, EE.UU desde la llegada de Chávez al poder ha incumplido los compromisos ya adquiridos en materia militar, negándosenos los equipos necesarios para el mantenimiento del aparato militar, incluso han llegado al punto de entorpecer negociaciones con terceros países.


En vista de ello, el gobierno bolivariano ha recurrido a distintos proveedores como Rusia y China principalmente, pero claro está con el fin expreso de renovar nuestra capacidad de defensa, jamás pensando en intervenciones armadas. Recordemos que nuestro proceso se caracteriza por ser pacífico, democrático y en pro de la cooperación e integración de los pueblos.


Segundo, en materia energética hemos mantenido como política de Estado ser un proveedor seguro y estable de petróleo; si bien existen diferencias ideológicas con EE.UU, las relaciones comerciales se han mantenido, sin embargo, el énfasis que hemos puesto está en el respeto a nuestra soberanía e independencia.


Al contrario, las amenazas que se ciernen sobre Venezuela son reales, como ya hemos señalado siguiendo a Emir Sader, los epicentros de la política imperial están en Medio Oriente y en Colombia, donde se ha prestado un apoyo especial a la militarización del conflicto colombiano, siendo actualmente después de Israel el segundo receptor de cooperación militar. Actualmente, por su parte está en pleno debate la instalación de siete bases norteamericanas, las cuales han sido declaradas como inconstitucionales por la Corte de Justicia colombiana.


Estás bases que se sumarían al contingente desplegado por el Plan Colombia la justifican con la excusa de combatir el narcotráfico y el terrorismo, sin embargo, es sólo una pantalla, Colombia es el principal productor de droga del mundo, y está sumergido en un conflicto de hace más de 60 años, donde Venezuela es el principal afectado, tanto por el desplazamiento de personas y familias enteras, como por la infiltración de grupos irregulares, y el tránsito de la droga.


Razón por la cual, es totalmente válida la preocupación de Venezuela sobre las bases en Colombia, infiriéndose la desestabilización y amenazas que significan para el país, ya que además los militares estadounidenses en Colombia gozarían de inmunidad.


Igualmente, el cerco militar que apunta hacia Venezuela es preocupante, no sólo para nosotros sino para la región entera. EE.UU mantiene presencia activa en Suramérica a través del Comando Sur, uno de los cinco principales comandos militares del pentágono, el cual tiene un despliegue de bases tanto en Centroamérica, como en el Caribe y en el continente.


De la misma forma, está comprobada la participación de EE.UU en el golpe de abril de 2002, la financiación de los distintos partidos políticos de oposición, así como de ONG, bajo el pretexto de la promoción de la “libertad y la democracia”.


En consecuencia, y pasando a la interrogante siguiente, la tesis que esboza Michael Klare de la guerra por los recursos, no es descabellada, al contrario es un punto de vista muy realista del panorama actual de los conflictos internacionales.


Y si a esto le agregamos que Venezuela posee las mayores reservas de petróleo, es válido hacernos todo este tipo de interrogantes. De paso, los antecedentes están a la vista, sólo por mencionar los más destacados tanto la invasión a Irak como Afganistán responden a estos fines estratégicos de posesión, control y aseguramiento de los recursos.


Este contexto hasta ahora descrito sobre Venezuela, como nos damos cuenta está basado sólo en el petróleo, esto sin contar la cantidad de recursos importantes con que cuenta el país, entre ellos el coltán, el cual es utilizado nada más y nada menos para la construcción de los aparatos tecnológicos y de comunicaciones. Además, la región entera es un reservorio inmenso de agua, gas, carbón, bosques, maderas y piedras preciosas como oro, diamantes, etc.


Otra amenaza para nuestro país ha sido la pretensión por parte de Colombia y EE.UU de justificar una guerra preventiva relacionándonos con grupos denominados terroristas como las FARC, así como señalándonos colaborador para el tráfico de drogas. Estas denuncias infundadas sobre Venezuela se han hecho tanto en organismos internacionales, como a través de los principales medios de comunicación condicionando la opinión pública y preparando el terreno para una posible agresión.


Al respecto, Noam Chomsky nos aclara el objetivo de la guerra preventiva, que se utilizó en Irak y nos da pistas claras para tener en consideración. Entre las características que se destacan están:


1. Debe estar virtualmente indefenso.


2. Debe ser lo suficientemente importante como para justificar el esfuerzo.


3. Hay que encontrar la forma de presentarlo como el mal supremo y un peligro inminente contra la humanidad.


De esta manera, vemos como se ha buscado encuadrar a Venezuela entre estos elementos y así justificar un ataque preventivo.


Finalmente, el panorama que se muestra para Venezuela es bastante complejo, nos enfrentamos al imperio mundial ¿Cuáles pueden ser nuestras respuestas? ¿Qué debemos hacer?


En este punto debemos tener claro que jamás podremos pararnos de frente militarmente contra EE.UU, y que la única manera de disminuir las amenazas es plegándonos a sus designios, razón por la cual este proceso bolivariano y socialista siempre estará en la mira del imperio.


La conformación de un bloque regional y un sistema de alianzas, bien podrían disminuir la presencia estadounidense, no obstante como hemos expresado en lo militar jamás estaremos a la altura de dar una respuesta bélica. El gasto militar de EE.UU equivale a la suma de todos los gastos militares de cada uno de los países del mundo. La supremacía militar es la base de su imperio.


Por lo tanto, los venezolanos debemos estar claros de los retos que se nos presentan, y debemos mantenernos alertas ante esta situación. Ante los ataques mediáticos es menester dar una respuesta contundente y desmontar la matriz falsa sobre Venezuela, informarnos, estudiar y comprender la realidad para defender a nuestro país en todos los frentes.


Conclusión


Luego de haber analizado lo que significa la Revolución bolivariana para la estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU, hemos podido comprender algunas de las amenazas que se infieren para Venezuela.


Entre ellas, para cerrar, destacamos que la pretensión por parte del imperio de señalarnos como una amenaza para EE.UU es un absurdo, al contrario todas las amenazas están sobre nosotros.


Igualmente, en cuanto al suministro de petróleo, Venezuela mantiene como política de Estado ser un proveedor seguro y confiable para todos nuestros socios comerciales.


Asimismo, podemos corroborar nuestra preocupación ante el cerco militar que se teje sobre Venezuela, la militarización de Colombia, la pretensión de justificar una guerra preventiva con “falsos positivos”, la desestabilización promovida tanto por Colombia y EE.UU, la participación en el golpe de abril de 2002 y la continua financiación y asesoramiento a partidos de oposición.


Por último, vemos con buenos ojos el proceso bolivariano y socialista que pretende Venezuela, recuperando nuestra soberanía, el manejo soberano de nuestros recursos, la diversificación de las relaciones internacionales, la promoción de espacios multilaterales de cooperación y el protagonismo que se ha mantenido en la OPEP.


Sustituir al modelo capitalista, dependerá de la construcción de una Idea como alternativa que logre convencer a la opinión pública de la necesidad imperiosa del cambio. En palabras de Gramsci de la construcción de una hegemonía cultural, precisamente el capitalismo por ser el sistema dominante ha permeado sobre el modo de pensar y vivir, orientando patrones desenfrenados de consumo y de vida, que hoy por hoy son ya insostenibles.


Finalmente, debemos tener claro que mientras mantengamos la firme convicción de ser nosotros mismos, y proponernos nuestro propio modelo de desarrollo, y sumándole las grandes reservas de recursos que poseemos las amenazas siempre van a estar latentes, razón por la cual los venezolanos vemos estar atentos y alertas.

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