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miércoles, 25 de agosto de 2010

Petróleo Nuestro


El lunes 23 de agosto de 2010 en la página 28 del diario Últimas Noticias sección EL PAÍS, fue publicado un artículo de Fatima Remiro. La descripción que se le da al espacio Petróleo Nuestro es la tratar de “explicar, de una manera sencilla, el tema de los hidrocarburos y su importancia y los efectos en la economía nacional”.
Dentro de la nota periodística destacan varios puntos que llamaron mi atención: las concesiones petroleras, la concertación de las trasnacionales con los gobiernos países con materia para la explotación, Venezuela como factor de interés del monopolio petrolero internacional, nuestro petróleo como factor incidente en el triunfo de los aliados en la II Guerra mundial, la interdependencia entre EE.UU y Venezuela, y el cambio radical de la política exterior venezolana en materia energética.
Uno de los puntos más importantes que se describe es que sin el petróleo venezolano, no hubiese sido posible el triunfo aliado en la II Guerra mundial, ya que los EE.UU no contaban con las reservas de petróleo suficientes para surtir a los aliados, sino para abastecer su consumo interno. Esta situación supone lógicamente que Venezuela ocupara un lugar privilegiado en el comercio internacional y en el desarrollo nacional.
El artículo destaca que desde 1885, “la figura de las concesiones petroleras fue el instrumento mediante el cual las compañías trasnacionales concertaron con los gobiernos países propietarios para extraer la riqueza de los yacimientos descubiertos en sus territorios”. Pero, considero esta interpretación demasiado bondadosa. Mi interés no es realizar un juicio de valor en contra del trabajo periodístico, sino el de considerar otras variables del problema que no fueron considerados. Es demasiado tímido afirmar que las empresas trasnacionales utilizaron las concesiones para “concertar” acuerdos comerciales con los países que poseían los recursos de su explotación.
La cosa llega un poco más lejos hasta la consideración de imposición de tratados comerciales, donde el beneficio obtenido de la explotación económica eran sacado a los lugares de origen de las trasnacionales, dejando en el país solo las sobras que se repartía la élite gobernante sin considerar para nada a la mayoría de la población empobrecida y sin privilegios.
Las empresas trasnacionales tienen su origen en el comercio internacional de finales del siglo XIX, pero que resurgió poderosamente después de la II Guerra mundial. La razón principal de su aparición es la saturación de los mercados de los países desarrollados y la maximización del lucro que dio origen a la concentración económica. Dentro de sus múltiples causas de su aparición, debemos considerar la incesante necesidad de aumentar la producción que lograra la reducción de costos, lo que implicaba necesariamente una ampliación del mercado con su creación en el extranjero. También el desarrollo tecnológico ha incidido en su consolidación, ya que dota de una amplia ventaja tecnológica frente a sus competidores que le permite la colocación de sus productos en el extranjero en mejores condiciones que los productos del mercado local. Otra causa considerable se encuentra en la reducción de los costos de producción que representa la mano de obra barata de los países extranjeros respecto de su propio país. Por último hay que considerar el beneficio que significa la eliminación de las barreras arancelarias que limitan la exportación y la obtención de ganancias desorbitantes.
Dentro de la naturaleza jurídica de las empresas trasnacionales existe una notable similitud con las Corporaciones, ya que dejan de ser unidades económicas que realizan sus transacciones comerciales privadas, para convertirse tanto en un método de tenencia de la propiedad, como de organización de la vida económica.
Las características más destacadas de las grandes corporaciones capitalistas moderna se refleja en cuatro aspectos fundamentales: a) el gran tamaño de la empresa, b) diferenciación entre el control y la propiedad de la empresa, c) su intervención en los procesos económicos y su comportamiento oligopólico, y d) su vinculación internacional a una red de grupos económicos y de interés.
En Venezuela se da la primera concesión de asfalto en 1883, con la entrega del lago Guanoco ubicado al oriente del país. Éste era para entonces el más grande depósito natural del mundo de esa sustancia mineral (Betancourt. 2007: Pág. 4). La concesión fue otorgada a un ciudadano estadounidense de nombre Horacio Hamilton, quién prontamente cedió sus derechos al trust del asfalto The New York and Bermúdez Company.
La empresa trasnacional se había limitado a recoger y exportar el mineral, sin cumplir sus compromisos contractuales, entre ellos canalizar los ríos Colorado y Guapiche (Betancourt. 2007: Pág. 4 y 5). En 1899 Cipriano Castro en el poder, exige a la trasnacional el cumplimiento de sus obligaciones que enseguida devino en un conflicto. La compañía antes de ceder a los reclamos del gobierno, se dispuso a apoyar financieramente a la oposición política liderada por el banquero Manuel Antonio Matos y al movimiento armado que originó La Revolución Libertadora. El conflicto culminó con un rotundo fracaso para sus organizadores y la trasnacional fue demandada por el Estado Venezolano quien a través de los tribunales decretaron el secuestro precautelativo del rico lago de asfalto (Betancourt. 2007: Pág. 5). Hizo entonces la aparición “la diplomacia del dólar”. El subsecretario de Estado Sunmer Welles en un discurso pronunciado en nueva york el 14 de abril de 1943, declaró que muchas repúblicas americanas no estaban en condiciones de ser llamadas soberanas, porque su soberanía era susceptible de ser violada por los Estados Unidos (citado por Betancourt. 2007: Pág. 6).
Nuestro principal producto de exportación y comercialización se convirtió desde entonces en un monopolio exclusivo de las trasnacionales norteamericanas, quienes, debemos recordar, se rigen por uno de sus principios en política exterior: los EE.UU no tienen principios morales sino intereses. Así, la “concertación” de la cual nos habla el artículo, fue propicio para que en una relación de interdependencia EE.UU se convirtiera en el principal socio comercial de Venezuela, no siendo recíproco que Venezuela sea el principal socio de los EE.UU.
Nuestro petróleo fue un factor decisivo en la contienda bélica, se supone que Venezuela debería tener un grado de desarrollo considerable, pero la división internacional del trabajo le otorgo al país el papel de productor de petróleo y seguro suplidor del mercado norteamericano, donde las grandes ganancias son sacadas del país a costa del subdesarrollo y atraso nacional.
El cambio radical que se produjo en nuestra política exterior a partir de 2003 no se circunscribe en una menor producción ni importación del crudo a los EE.UU como señala el artículo, ya que seguimos siendo suplidores seguros de crudo a los EE.UU, sino en la decisión soberana de tomar nuestras propias decisiones en materia energética y en la diversificación de nuestro mercado petrolero.

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