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jueves, 14 de octubre de 2010

La Sucesión de Gómez


Por: Harrys Velasquez


La Sucesión de Juan Vicente Gómez
Un golpe de estado el 19 de diciembre de 1908 derrocó al General Cipriano Castro y entronizó en el poder a su compadre y Vice-Presidente General Juan Vicente Gómez.
Durante los próximos veintisiete años el General Gómez será el propietario absoluto de una Venezuela que en esos momentos, no tienen mecanismos establecidos para el juego de intereses, “los dirigentes eran el vínculo fundamental de la sociedad”. (Rangel, 1975, pág. 159)
Gómez considera que el golpe de estado consumado contra Castro “fue más fácil que beber agua”. (Rangel, 1975, pág. 195)   La realización del golpe sólo necesitó con deponer tres jefes de cuartel previamente aislados de sus oficiales, y de dos horas y media para arrebatarle el poder a Cipriano Castro. No se disparó un solo tiro, “sólo se escuchó el trotar de los caballos que conducían los coches de la caravana de Juan Vicente Gómez”. (Rangel, 1975, pág. 195)
Con el golpe de estado se demostró la importancia decisiva del Ejército en la vida nacional. Castro había creado la máquina militar, pero sólo era una organización que dentro de los cuarteles hacinaba a hombres y armas. Pero, de todos los factores de poder en el país, sólo éste aparato armado constituía la clave para la dominación del Estado. Mientras que Castro se daba a la vida de bailes y parrandas, Gómez se aseguraba el respaldo de los cuarteles cómo garantía de su poder indiscutible que sólo acabará con su ancianidad y muerte.
La sucesión de Gómez está planteada desde 1931. El Benemérito sabe muy bien que para “prosperar y tener” (Rangel, 1975, pág. 333), es necesario perpetuarse. En la sociedad campesina del Táchira, la propiedad alcanza con el acto de la sucesión, “dimensiones casi místicas” (Rangel, 1975). La propiedad va más allá de la vida misma perpetuándose para siempre, y el heredero es el enlace entre el cielo y la tierra.
El poder que es la gran herencia de Juan Vicente Gómez, no pertenecerá sin embargo a ninguno de sus familiares más allegados, como debiera haber sido de acuerdo con la tradición del mayorazgo donde el vástago sucede al progenitor. Gómez entiende en esos días de 1931, que el poder mismo es una deidad mucho fuerte y perdurable que su personalidad, y ese poder no admite dilaciones, por lo tanto hay que encontrar un sucesor, ya sea dentro de la familia o fuera de ella.
Para el período constitucional de 1929-1936, los juristas separan la Presidencia de la República de la Comandancia del Ejército. La primera será ejercida por una marioneta, el Presidente Juan Bautista Pérez, mientras que la Comandancia del Ejército será ejercida por Gómez, quien tiene bajo su control el poder Presidencial.
Gómez pensaba que su heredero al poder era José María García, uno de “los bueyes viejos” (Rangel, 1975, pág. 335), que desde 1928 fue compañero en la invasión al centro. Pero éste habrá perdido la oportunidad por bruto, piensa Gómez, cuando descubre una maniobra adelantada por José María García para despojar de la Presidencia a Juan Bautista Pérez.
José María García crea en el Congreso un ambiente hostil hacia la figura de Juan Bautista Pérez, haciéndolo aparecer como inepto y poco apropiado para afrontar los problemas del país. Rafael María Velasco fiel a Gómez, descubre el ardid y viaja a Maracay para comunicarle la situación a Gómez. Juan Vicente Gómez espera el desarrollo de los acontecimientos, y cuando Juan Bautista Pérez es obligado a renunciar, el 19 de junio de 1931 el Congreso escoge a Juan Vicente Gómez para completar el período Presidencial de 1929-1936. El 13 de julio de 1931, el Benemérito bajo las mañas jurídicas a su disposición, reforma la constitución y vuelve a reunir sobre sí la Presidencia de la República y La Comandancia del Ejército.
Gómez considera que es mejor que él mismo escoja a su sucesor, y decide que en el Ministerio de Guerra estará la persona encargada a sucederle. Ese cargo lo ejerce desde abril de 1931 interinamente Eleazar López Contreras, quién desde los desfiles del 17 de diciembre de 1930, año centenario de la muerte del Libertador, ha lucido su erudición bolivariana ante los delegados extranjeros. La desconfianza de Gómez contra Eleazar López Contreras ha sido superada en éste nuevo período Presidencial y le nombran titular del cargo del Ministerio de Guerra.
El otro aspirante es Eustóquio Gómez. Pero ese hombre asusta hasta a los mismos gomecistas, incluyendo al propio Juan Vicente, quien recuerda que Eustóquio lo robaba cuando era el encargado de la tienda en la mulera.
Contra Eustóquio opera un problema institucional. El Ejército de 1931 ya no es lo que había sido en 1914. De 1910 a 1930 egresan de la escuela militar 305 alumnos. El Ejército y la Armada tienen diez mil hombres, la proporción entre oficiales y soldados es de 1 a 12. Los oficiales Diplomados en la escuela militar son el 40% del estamento militar, y esos militares son los que han llevado a cabo las conspiraciones sucedidas en 1919 y 1928, que estuvieron a punto de derrocar a Gómez. No se podía enfrentar al Ejército contra este sector de la oficialidad. Eustóquio resultaba incongruente con las nuevas realidades de un ejército burocratizado por las academias.
 Pero Gómez es leal a sus ancestros, tiene un sentido tribal. El hombre que escoja para sucederle en el poder tendrá que ser tachirense. Así, todos los caminos conducen a Eleazar López Contreras. Es de Capacho y pertenece a la generación de los invasores. Aunque tiene veintisiete años menos que Gómez, hizo la experiencia de la expedición al Centro. “El Eleazar tomó el chopo para la marcha hacia el Capitolio, como decía Cipriano Castro”. (Rangel, 1975, pág. 339)
Eleazar escribe libros, y si las tropas son la sustancia del ejército el asegura el enlace entre los viejos y los jóvenes militares. Los veteranos lo quieren  y los jóvenes de la Academia Militar lo estiman. Todo se aglomera en torno a la figura de López, quién asume la titularidad del Ministerio de Guerra el 13 de julio de 1931. Ya Gómez ha entregado el gobierno, ahora será el padre de la tribu. (Rangel, 1975)
A partir del 13 de julio de 1931 hay en Venezuela una doble regencia. Son dos los sustitutos los que se prevén vayan tomando el poder y las responsabilidades efectivas de gobierno. Eleazar López Contreras al mando del ejército para que se consolide la organización militar. Mientras tanto la otra regencia del gobierno la constituye el Dr. Pedro Tinoco en el Ministerio de Relaciones Interiores, desde donde afrontará las cuestiones de economía política.
La Venezuela de 1931 definitivamente dejará de ser un país rural. Ya desde 1929 el petróleo supera a la agricultura como factor principal del “producto territorial bruto”. (Rangel, 1975, pág. 363) En 1930 cuando se conmemoran los primeros cien años de la muerte del Libertador, el petróleo no tiene rival ni en el comercio ni en la agricultura, ni en ninguna de las actividades que producen la riqueza nacional. De allí en adelante ninguna otra actividad volverá a disputarle el sitial que logran los pozos de petróleo.
A parte de ir desapareciendo el café y el cacao en la actividad en la economía venezolana, en el mundo también se están produciendo cambios. En los Estados Unidos la llegada de Franklin Delano Roosevelt es coincidente con el apogeo de la gran crisis económica que aparece en 1929. Roosevelt asume funciones en tiempo de reajuste del capitalismo mundial. Enseguida comprende que la economía norteamericana requiere un cambio sustancial en los elementos de análisis y orientación. Para reactivar la economía, John Maynard Keynes propone eliminar el equilibrio presupuestario, realizar grandes obras públicas, devaluación de la moneda y la intensificación del comercio internacional.
Roosevelt compra la idea de Keynes. La activación del comercio plantea nuevas relaciones con América Latina. Para que la economía norteamericana encuentre mercados en el exterior y se reactiven las fábricas y las industrias norteamericana, se requiere que América Latina tenga capacidad de consumir los productos manufacturados, pero también que produzcan la materia prima necesaria para la industria norteamericana, haciéndose cada vez más intensa la dependencia.  Gobiernos cómo el de Juan Vicente Gómez, necesario desde 1908, ahora podrían ser un obstáculo para las inversiones. Es necesario otro tipo de régimen que armonice con una oposición segura y de un sistema democrático que haga aumentar el consumo.
Con el Dr. Pedro Tinoco en el gobierno, la sociedad civil, representada por aquellos intereses que estuvieron creciendo y expendiéndose con la caída agrícola y el correspondiente auge del petróleo, toman parte en el aparato de poder manejado por Juan Vicente Gómez. Pero el Dr. Tinoco también es desde 1930, el apoderado del Chase National Bank, la institución bancaria perteneciente a la familia Rockefeller.
En 1934, el gobierno civil de Tinoco tiene que tomar medidas ante la crisis que desata la devaluación de la moneda norteamericana, la cual liquida definitivamente la actividad cafetalera venezolana. Tinoco Negocia un acuerdo con las compañías petroleras, el cual “es como negociar consigo mismo” (Rangel, 1975, pág. 367), porque el Ministro es el apoderado del Chase National Bank de los Rockefeller, que a su vez son dueños de la Lago Petroleúm y de la Standard Oíl of Venezuela. Por primera vez en la Historia de Venezuela, las compañías petroleras son las que fijan el tipo de cambio. Para este tipo de cuestiones económicas, la soberanía no se encuentra ya en Caracas, sino en las oficinas del Rockefeller Center en Nueva York.
El problema se plantea técnicamente con dos alternativas. Venezuela puede fijar el tipo de cambio en 3,09 que es el patrón operante desde 1931, o llevarlo a más de cuatro bolívares por dólar para hacerle frente a la devaluación norteamericana y tratar de salvar el café y el cacao  venezolano. El convenio de Tinoco se fija sin embargo en 3,90. “A las petroleras les resultaba desastroso el 3,09 porque elevaba sus costos en el país”. (Rangel, 1975, pág. 368) La cotización del dólar en 3,90 redujo los costos de las petroleras en un 23%. Éste tipo de cambio no salvo al café ni al cacao venezolano, en cambio, para las petroleras Venezuela de 1934 fue la principal fuente de ganancias a nivel mundial.
El poder va integrándose definitivamente en los factores que convergen para sostenerlo y perpetuarlo. Eleazar López Contreras es la institución armada, pero además maneja nexos con los exiliados. Hacia Pedro Tinoco convergen las fuerzas imperialistas y mercantiles. Mientras, “a Gómez le fastidian ya las cargas del poder”. (Rangel, 1975, pág. 372)
1935 será el año de la sucesión definitiva de Gómez anciano y quejumbroso por la enfermedad, no se permite mayor margen de espera. Preparar la sucesión para que no haya incertidumbre a la hora de la transición, constituye un problema mayúsculo para los factores de poder. Es necesario mantener la imagen de buena salud del Gómez envejecido y enfermo, pero en los entretelones del poder la angustia y las zancadillas están en primera fila a la caza de la sucesión del tirano.
Eleazar López Contreras dispone del único instrumento de cohesión, mando y orientación de la Venezuela de entonces. En los años que van desde 1931 hasta 1935, López Contreras los aprovecha para hacerse el jefe indiscutible del ejército. Con la decadencia de Gómez, los altos dirigentes del Ministerio de Guerra se reúnen bajo la tutela de López. También cuenta con el apoyo de los exiliados, quienes al principio manifestaban ciertas reservas, pues si López tiene el control de los cuarteles, cómo es que no ha terminado de hacerse con el poder. Pero López explica que para evitar una guerra civil, su gobierno debe comenzar con una “reconciliación nacional” (Rangel, 1975, pág. 395), como instrumento que legitime su poder. En los círculos mercantiles y bancarios de Caracas hay inquietud e incertidumbre, y deciden rodear a López Contreras. La clase dirigente se pliega a favor de López Contreras para evitar una guerra civil, que conllevaría con toda seguridad a la intervención e invasión de los norteamericanos en procura de salvaguardar sus intereses.
El problema de la conformación de gobierno de López Contreras a la muerte de Gómez, es Eustóquio Gómez quién pertenece al clan de los Gómez. Eustóquio aspira a suceder  a Juan Vicente. “Para él los Gómez adquirieron una hacienda y nadie va disputarles el derecho de seguirla dominando”. (Rangel, 1975, pág. 397)
Todo está dispuesto para que López Contreras, sólo falta que muera el General Juan Vicente Gómez. Cuando cae en cama, López pone en estado de alerta a todas las guarniciones del país. Mientras Juan Vicente Gómez agoniza, Eleazar López Contreras y Eustóquio Gómez sostienen una conversación. López asegura a Eustóquio que no ambiciona el poder, “sólo quiero que se restablezca el General Gómez”. (Rangel, 1975, pág. 401) Aunque sabe que Gómez no superará la crisis, finge ante Eustóquio para ver su reacción. Eustóquio contesta que el General va a morir próximamente y le pregunta a López ¿y qué va hacer usted López? López responde que se atiene a lo que manda la Constitución y a las directrices del cargo de jefe del ejército. Pero López no confía en Eustóquio y determina una emboscada para matarlo.
El 17 de diciembre de 1935, “el mismo día en que se extinguió la vida de Simón Bolívar” (Rangel, 1975, pág. 403), muere Juan Vicente Gómez. López Contreras recibe la noticia en su despacho del Ministerio de Guerra. Ordena acuartelamiento absoluto y vigilancia cerrada. Convoca a una reunión urgente a las 12:30 de la madrugada del 18 de diciembre, para que delibere el gabinete según la Constitución quién será el Presidente Provisional. El Dr. Pedro Tinoco, Ministro de Relaciones Interiores y quién todavía tiene aspiraciones, dirige la sesión, piensa que él es el hombre adecuado ya que en Venezuela hay demasiadas inversiones extranjeras, y se requiere un gobierno civil que garantice la confianza de los inversionistas extranjeros, y esas condiciones recaen en su persona. Pero, esas condiciones sólo pueden ser garantizadas por Eleazar López Contreras, jefe del ejército y único instrumento efectivo que puede garantizar la paz del país.
En la votación Eleazar López Contreras obtiene siete votos a favor y uno en contra, más que suficiente para hacerse del poder. Washington está complacido con la serenidad de la transición que ofrece López y la disminución del riesgo de una guerra civil. Pero la tranquilidad se ve alterada en el minuto de traslado del poder a las manos de López Contreras. Estallan en las calles de Caracas, gritos de abajo los Gómez, viva la libertad, de las masas desconcertadas y coléricas. Eustóquio cae abaleado, y su cadáver sirve para entretener a las masas que ven en su muerte la conquista de su libertad. Mientras, los responsables ríen y se aprovechan del momento. Ellos seguirán con vida, con riquezas y con influencias. Esa noche de la muerte de Eustóquio, en muchas residencias de Caracas se brindará con champaña por el nuevo orden democrático. Quienes levantan las copas, son los mismos que durante veintisiete años sufrieron la incomodidad de hacerle antesala a Juan Vicente Gómez en la residencia Presidencial de Maracay.   
BIBLIOGRAFÍA
Rangel, D. A. (1975). Gómez, El Amo del Poder. Valencia: Vadell Hermanos Editores.

2 comentarios:

Gabriel Iachini dijo...

Epaaa!! Harrys!! Está buenísimo el programa!!! saludos a Luis Daniels!

Anónimo dijo...

Redactas como la mierda

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